Eclesiastés 1 - Cantares 2 (DHH) (2024)

Table of Contents
Todo es vana ilusión Experiencias del Predicador Todo tiene su tiempo Injusticias de la vida La unión hace la fuerza La sabiduría no está en la edad Hay que cumplir lo que se promete Contradicciones de la vida Hay que atender a lo más importante Búsqueda de la sabiduría La obediencia al rey Nadie tiene poder sobre la vida y la muerte Hay cosas que no tienen sentido Consideraciones sobre la vida y la muerte Injusticias de la vida Por sobre todas las cosas, sabiduría Consejos a los jóvenes Título Primer canto Segundo canto Discurso inicial Primeras conclusiones Todos paran en lo mismo Hay un tiempo para todo De nada sirve afanarse Contradicciones de la vida Opresores y oprimidos La unión hace la fuerza Juventud y sabiduría Hay que cumplir las promesas Futilidad de las riquezas ¿Qué sentido tiene la vida? Nueva escala de valores Tras la razón de las cosas La obediencia al rey Sinrazones de la vida Un destino común Más vale sabiduría que fuerza Dichos de sabiduría Acuérdate de tu Creador Epílogo Primer Canto Segundo Canto Todo es vanidad La experiencia del Predicador Todo tiene su tiempo Injusticias de la vida La insensatez de hacer votos a la ligera La vanidad de la vida Contraste entre la sabiduría y la insensatez Desigualdades de la vida Excelencia de la sabiduría Consejos para la juventud Resumen del deber del hombre La esposa y las hijas de Jerusalén La esposa y el esposo Todo es vana ilusión Experiencias del Predicador Todo tiene su tiempo Injusticias de la vida La unión hace la fuerza La sabiduría no está en la edad Hay que cumplir lo que se promete Contradicciones de la vida Hay que atender a lo más importante Búsqueda de la sabiduría La obediencia al rey Nadie tiene poder sobre la vida y la muerte Hay cosas que no tienen sentido Consideraciones sobre la vida y la muerte Injusticias de la vida Por sobre todas las cosas, sabiduría Consejos a los jóvenes Título Primer canto Segundo canto Todo es vanidad La experiencia del Predicador Todo tiene su tiempo Injusticias de la vida La insensatez de hacer votos a la ligera La vanidad de la vida Contraste entre la sabiduría y la insensatez Desigualdades de la vida Excelencia de la sabiduría Consejos para la juventud Resumen del deber del hombre La esposa y las hijas de Jerusalén La esposa y el esposo Todo es vana ilusión Experiencias del Predicador Todo tiene su tiempo Injusticias de la vida La unión hace la fuerza La sabiduría no está en la edad Hay que cumplir lo que se promete Contradicciones de la vida Hay que atender a lo más importante Búsqueda de la sabiduría La obediencia al rey Nadie tiene poder sobre la vida y la muerte Hay cosas que no tienen sentido Consideraciones sobre la vida y la muerte Injusticias de la vida Por sobre todas las cosas, sabiduría Consejos a los jóvenes Título Primer canto Segundo canto Todo es vana ilusión Experiencias del Predicador More on the NVI Más información sobre la Reina-Valera 1960

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Todo es vana ilusión

1Éstos son los dichos del Predicador, hijo de David, que reinó en Jerusalén.

¡Vana ilusión, vana ilusión!
¡Todo es vana ilusión!
3¿Qué provecho saca el hombre
de tanto trabajar en este mundo?
4Unos nacen, otros mueren,
pero la tierra jamás cambia.
5Sale el sol, se oculta el sol,
y vuelve pronto a su lugar
para volver a salir.
6Sopla el viento hacia el sur,
y gira luego hacia el norte.
¡Gira y gira el viento!
¡Gira y vuelve a girar!
7Los ríos van todos al mar,
pero el mar nunca se llena;
y vuelven los ríos a su origen
para recorrer el mismo camino.
8No hay nadie capaz de expresar
cuánto aburren todas las cosas;
nadie ve ni oye lo suficiente
como para quedar satisfecho.
9Nada habrá que antes no haya habido;
nada se hará que antes no se haya hecho.
¡Nada hay nuevo en este mundo!

10Nunca faltará quien diga:
«¡Esto sí que es algo nuevo!»
Pero aun eso ya ha existido
siglos antes de nosotros.
11Las cosas pasadas han caído en el olvido,
y en el olvido caerán las cosas futuras
entre los que vengan después.

Experiencias del Predicador

12Yo, el Predicador, fui rey de Israel en Jerusalén, 13y me entregué de lleno a investigar y estudiar con sabiduría todo lo que se hace en este mundo. ¡Vaya carga pesada que ha puesto Dios sobre los hombres para humillarlos con ella! 14Y pude darme cuenta de que todo lo que se hace en este mundo es vana ilusión, es querer atrapar el viento.

15¡Ni se puede enderezar lo torcido, ni hacer cuentas con lo que no se tiene!

16-17Entonces me dije a mí mismo: «Aquí me tienen, hecho un gran personaje, más sabio que todos los que antes de mí reinaron en Jerusalén; entregado por completo a profundizar en la sabiduría y el conocimiento, y también en la estupidez y la necedad, tan sólo para darme cuenta de que también esto es querer atrapar el viento.» 18En realidad, a mayor sabiduría, mayores molestias; cuanto más se sabe, más se sufre.

2También me dije a mí mismo: «Ahora voy a hacer la prueba divirtiéndome; voy a darme buena vida.» ¡Pero hasta eso resultó vana ilusión! 2Y concluí que la risa es locura y que el placer de nada sirve.

3Con mi mente bajo el control de la sabiduría, quise probar el estímulo del vino, y me entregué a él para saber si eso es lo que más le conviene al hombre durante sus contados días en este mundo.

4Realicé grandes obras; me construí palacios; tuve mis propios viñedos. 5Cultivé mis propios huertos y jardines, y en ellos planté toda clase de árboles frutales. 6Construí represas de agua para regar los árboles plantados; 7compré esclavos y esclavas, y aun tuve criados nacidos en mi casa; también tuve más vacas y ovejas que cualquiera otro antes de mí en Jerusalén. 8Junté montones de oro y plata, tesoros que antes fueron de otros reyes y de otras provincias. Tuve cantores y cantoras, placeres humanos y concubina tras concubina.

9Fui un gran personaje, y llegué a tener más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Además de eso, la sabiduría no me abandonaba. 10Nunca me negué ningún deseo; jamás me negué ninguna diversión. Gocé de corazón con todos mis trabajos, y ese gozo fue mi recompensa.

11Me puse luego a considerar mis propias obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y me di cuenta de que todo era vana ilusión, un querer atrapar el viento, y de que no hay nada de provecho en este mundo.

12Después me puse a reflexionar sobre la sabiduría, la estupidez y la necedad: ¿Qué más podrá hacer el que reine después de mí, sino lo que ya antes ha sido hecho? 13Y encontré que es más provechosa la sabiduría que la necedad, así como es más provechosa la luz que la oscuridad.

14El sabio usa bien los ojos, pero el necio anda a oscuras. Sin embargo, me di cuenta de que a todos les espera lo mismo, 15y me dije: «Lo que le espera al necio también me espera a mí, así que de nada me sirve tanta sabiduría. ¡Hasta eso es vana ilusión! 16Porque nunca nadie se acordará ni del sabio ni del necio; con el correr del tiempo todo se olvida, y sabios y necios mueren por igual.»

17Llegué a odiar la vida, pues todo lo que se hace en este mundo resultaba en contra mía. Realmente, todo es vana ilusión, ¡es querer atrapar el viento! 18Llegué a odiar también todo el trabajo que había realizado en este mundo, pues todo ello tendría que dejárselo a mi sucesor. 19Y una cosa era segura: que él, ya fuera sabio o necio, se adueñaría de todo lo que con tanto trabajo y sabiduría logré alcanzar en este mundo. ¡Y esto también es vana ilusión!

20Al ver lo que yo había hecho en este mundo, lamenté haber trabajado tanto, 21pues hay quien pone sabiduría, conocimientos y experiencia en su trabajo, tan sólo para dejárselo todo a quien no trabajó para obtenerlo. ¡Y también esto es vana ilusión y una gran injusticia!

22En fin, ¿qué saca el hombre de tanto trabajar y de tanto preocuparse en este mundo? 23Toda su vida es de sufrimientos, es una carga molesta; ni siquiera de noche descansa su mente. ¡Y esto también es vana ilusión!

24Lo mejor que puede hacer el hombre es comer y beber, y disfrutar del fruto de su trabajo, pues he encontrado que también esto viene de parte de Dios. 25Porque, ¿quién puede comer, o gozar, si no es por él? 26De hecho, Dios da sabiduría, conocimiento y alegría a quien él mira con buenos ojos; pero al que peca le deja la carga de prosperar y amontonar tesoros para luego dárselos a quien él mira con buenos ojos. ¡También esto es vana ilusión y querer atrapar el viento!

Todo tiene su tiempo

3En este mundo todo tiene su hora; hay un momento para todo cuanto ocurre:

2Un momento para nacer,
y un momento para morir.
Un momento para plantar,
y un momento para arrancar lo plantado.
3Un momento para matar,
y un momento para curar.
Un momento para destruir,
y un momento para construir.
4Un momento para llorar,
y un momento para reír.
Un momento para estar de luto,
y un momento para estar de fiesta.
5Un momento para esparcir piedras,
y un momento para recogerlas.
Un momento para abrazarse,
y un momento para separarse.
6Un momento para intentar,
y un momento para desistir.
Un momento para guardar,
y un momento para tirar.
7Un momento para rasgar,
y un momento para coser.
Un momento para callar,
y un momento para hablar.
8Un momento para el amor,
y un momento para el odio.
Un momento para la guerra,
y un momento para la paz.

9¿Qué provecho saca el hombre de tanto trabajar? 10Me doy cuenta de la carga que Dios ha puesto sobre los hombres para humillarlos con ella. 11Él, en el momento preciso, todo lo hizo hermoso; puso además en la mente humana la idea de lo infinito, aun cuando el hombre no alcanza a comprender en toda su amplitud lo que Dios ha hecho y lo que hará.

12Yo sé que lo mejor que puede hacer el hombre es divertirse y disfrutar de la vida, 13pues si comemos y bebemos y contemplamos los beneficios de nuestro trabajo, es porque Dios nos lo ha concedido. 14Y también sé que todo lo que Dios ha hecho permanecerá para siempre. No hay nada que añadirle ni nada que quitarle; Dios lo ha hecho así, para que ante él se guarde reverencia. 15Nada existe que no haya existido antes, y nada existirá que no exista ya. Dios hace que el pasado se repita.

Injusticias de la vida

16He podido ver también que en este mundo hay corrupción y maldad donde debiera haber justicia y rectitud. 17Por lo tanto digo que Dios juzgará al hombre honrado y al malvado, porque hay un momento para todo lo que ocurre y para todo lo que se hace.

18También digo, en cuanto a la conducta humana, que Dios está poniendo a prueba a los hombres para que se den cuenta de que también ellos son como animales. 19En realidad, hombres y animales tienen el mismo destino: unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo para todos. Nada de más tiene el hombre que el animal: todo es vana ilusión, 20y todos paran en el mismo lugar; del polvo fueron hechos todos, y al polvo todos volverán. 21¿Quién puede asegurar que el espíritu del hombre sube a las alturas de los cielos, y que el espíritu del animal baja a las profundidades de la tierra? 22Me he dado cuenta de que no hay nada mejor para el hombre que disfrutar de su trabajo, pues eso es lo que le ha tocado, ya que nadie lo traerá a que vea lo que habrá de ocurrir después de su muerte.

4Dirigí luego mi atención a los actos de opresión que se cometen en este mundo. Y vi que los oprimidos lloran, pero no hay quien los consuele; sus opresores les hacen violencia, pero no hay quien los consuele. 2Por eso consideré más felices a los que ya han muerto que a los que aún viven; 3aunque en mejores condiciones que estos dos están los que aún no han nacido, pues todavía no han visto la maldad que se comete en este mundo.

4Vi también que el mucho trabajar y el éxito en una empresa provocan la envidia de unos contra otros, y esto también es vana ilusión y querer atrapar el viento.

5La gente dice: «El necio se cruza de brazos y se destruye a sí mismo.» 6Pero yo digo: «Más vale un puñado de descanso que dos de fatiga por querer atrapar el viento.»

7Al volverme hacia otro lado, vi otra vana ilusión en este mundo: 8un hombre solo, sin amigos ni hijos ni hermanos, que jamás se toma un momento de descanso y que nunca se cansa de contemplar sus riquezas, ni se pregunta: «¿Y para quién trabajo tanto? ¿Para qué me niego el bienestar?» Pues también esto es vana ilusión y una pesada carga.

La unión hace la fuerza

9Más valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo. 10Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta. ¡Pero ay del que cae estando solo, pues no habrá quien lo levante! 11Además, si dos se acuestan juntos, uno a otro se calientan; pero uno solo, ¿cómo va a entrar en calor? 12Uno solo puede ser vencido, pero dos podrán resistir. Y además, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente.

La sabiduría no está en la edad

13Por otra parte, más vale el joven pobre pero sabio que el rey viejo pero necio, porque éste ya no admite consejos. 14-15Aunque el joven que luego reinará en lugar de ese rey haya llegado de la cárcel al trono, o haya subido de la pobreza al reinado, he visto a la gente de este mundo darle su apoyo. 16Y aunque es incontable el pueblo sobre el cual reinará, ni a ellos ni a sus descendientes los dejará contentos. Y también esto es vana ilusión y querer atrapar el viento.

Hay que cumplir lo que se promete

5(4.17)Cuando vayas al templo de Dios, cuida tu conducta: en vez de ofrecer sacrificios como la gente tonta que no se da cuenta de que hace mal, acércate dispuesto a obedecer.

2(1)No te apresures, ni con los labios ni con el pensamiento, a hacer promesas a Dios, pues Dios está en el cielo y tú en la tierra. Por eso, habla lo menos que puedas, 3(2)porque por mucho pensar se tienen pesadillas, y por mucho hablar se dicen tonterías.

4(3)Cuando hagas una promesa a Dios, no tardes en cumplirla, porque a él no le agradan los necios. Cumple lo que prometes, 5(4)pues vale más no prometer, que prometer y no cumplir.

6(5)No permitas que tus labios te hagan pecar, y luego digas ante el enviado de Dios que lo hiciste por error. ¿Por qué hacer que Dios se enoje por lo que dices y destruya lo que has hecho? 7(6)Por lo tanto, en medio de tantas pesadillas y de tantas palabras y cosas sin sentido, tú debes mostrar reverencia hacia Dios.

Contradicciones de la vida

8(7)No te sorprendas si en algún país ves que se oprime al pobre y que se hace violencia a la justicia y al derecho, porque a un alto oficial lo encubre otro más alto, y otros más altos oficiales encubren a estos dos. 9(8)¡Y a eso se le llama progreso del país y estar el rey al servicio del campo!

10(9)El que ama el dinero, siempre quiere más; el que ama las riquezas, nunca cree tener bastante. Esto es también vana ilusión, 11(10)porque mientras más se tiene, más se gasta. ¿Y qué se gana con tener, aparte de contemplar lo que se tiene? 12(11)El que trabaja, coma poco o mucho, siempre duerme a gusto; al rico, en cambio, sus riquezas no lo dejan dormir.

13(12)Una cosa realmente lamentable he visto en este mundo: que el amontonar riquezas va en perjuicio de su dueño, 14(13)pues un mal negocio puede acabar con toda esa riqueza, y si él tiene un hijo, ya no tendrá después nada que dejarle. 15(14)Y tal como vino a este mundo, así se irá: tan desnudo como cuando nació, y sin llevarse nada del fruto de su trabajo. 16(15)Esto es realmente lamentable: que tal como vino al mundo, así también se irá. ¿Y qué sacó de tanto trabajar para nada? 17(16)Para colmo, toda su vida se la pasó en tinieblas, y con muchas molestias, dolores y resentimientos.

18(17)He encontrado que lo mejor y más agradable es comer y beber, y disfrutar del fruto de tanto trabajar en este mundo durante la corta vida que Dios nos da, pues eso es lo que nos ha tocado. 19(18)Por otra parte, a todo aquel a quien Dios da abundantes riquezas, le da también la facultad de comer de ellas y de tomar lo que le corresponde, pues el disfrutar de tanto trabajo viene de parte de Dios. 20(19)Y como Dios le llena de alegría el corazón, no se preocupa mucho por el curso de su vida.

6En este mundo hay otro mal muy común entre los hombres, según he podido ver: 2Dios les da a algunos abundantes riquezas y esplendor, y nunca les falta nada de lo que desean; pero no les permite gozar de todo ello, sino que otros lo disfrutan. ¡Esto es también una ilusión vana y realmente lamentable! 3Un hombre puede tener cien hijos y vivir muchos años; pero por mucho que viva, si no disfruta completamente de lo bueno, y si ni siquiera recibe sepultura, yo sostengo que un niño abortado vale más que ese hombre. 4Pues aunque ese niño se pierda en la nada, en la oscuridad, donde su nombre quedará ignorado, 5y aunque no llegue a ver el sol ni a saber nada, al menos habrá tenido más descanso que aquel hombre, 6el cual podría haber vivido dos mil años y, sin embargo, no disfrutar de sus bienes. Y al fin de cuentas, ¡todos van al mismo lugar!

7El hombre trabaja y trabaja para comer, pero nunca queda satisfecho. 8¿Qué tiene el sabio que no tenga el necio, a no ser sus conocimientos para hacerle frente a la vida?

9Vale más lo que uno ve que lo que se imagina. Pero también esto es vana ilusión, es querer atrapar el viento. 10Lo que ahora existe, hace mucho que recibió su nombre, y se sabe cuál es. Nadie puede luchar con quien es más poderoso que él. 11Una cosa es cierta: donde abundan las palabras, abundan los disparates; y nada se gana con eso. 12De hecho, nadie sabe lo que es mejor para el hombre durante los contados días de esta vana ilusión que es su vida. Sus días pasarán como una sombra, ¿y quién podrá decirle lo que ha de ocurrir en este mundo después de su muerte?

Hay que atender a lo más importante

7Vale más la buena fama
que el buen perfume.

Vale más el día en que se muere
que el día en que se nace.

2Vale más ir a un funeral
que ir a divertirse;
pues la muerte es el fin de todo hombre,
y los que viven debieran recordarlo.

3Vale más llorar que reír,
pues podrá hacerle mal al semblante
pero le hace bien al corazón.

4El sabio piensa en la muerte,
pero el necio, en ir a divertirse.

5Vale más oír reprensiones de sabios
que alabanzas de necios.

6Las risas del necio se parecen
al crujir de las zarzas en el fuego,
y también son vana ilusión.

7La violencia entorpece al sabio,
y el soborno corrompe su carácter.

8Vale más terminar un asunto
que comenzarlo.

Vale más ser paciente
que valiente.

9No te dejes llevar por el enojo, porque el enojo es propio de gente necia.

10Nunca te preguntes por qué todo tiempo pasado fue mejor, pues ésa no es una pregunta inteligente.

11Buena y provechosa es la sabiduría para los que viven en este mundo, si además va acompañada de una herencia. 12Porque la sabiduría protege lo mismo que el dinero, pero la sabiduría tiene la ventaja de darle vida al sabio.

13Fíjate bien en lo que Dios ha hecho: ¿quién podrá enderezar lo que él ha torcido? 14Cuando te vaya bien, disfruta ese bienestar; pero cuando te vaya mal, ponte a pensar que lo uno y lo otro son cosa de Dios, y que el hombre nunca sabe lo que ha de traerle el futuro.

15Todo esto he visto durante esta vana ilusión que es mi vida: hombres buenos que mueren a pesar de su bondad, y malvados que a pesar de su maldad viven muchos años.

16No hay que pasarse de bueno,
ni tampoco pasarse de listo.
¿Para qué arruinarse uno mismo?

17No hay que pasarse de malo,
ni tampoco pasarse de tonto.
¿Para qué morir antes de tiempo?

18Lo mejor es agarrar bien esto
sin soltar de la mano aquello.

El que honra a Dios
saldrá bien de todas estas cosas.

19Da más fuerza la sabiduría al sabio,
que diez gobernantes a una ciudad.

20Sin embargo, no hay nadie en la tierra tan perfecto que haga siempre el bien y nunca peque.

21No hagas caso de todo lo que se dice, y así no oirás cuando tu siervo hable mal de ti. 22Aunque también tú, y lo sabes muy bien, muchas veces has hablado mal de otros.

Búsqueda de la sabiduría

23Todo esto lo examiné con sabiduría, pues me había propuesto ser sabio; pero estaba fuera de mi alcance. 24¡Fuera de mi alcance está todo lo que existe! ¡Es demasiado profundo y nadie puede comprenderlo!

25Me dediqué entonces a adquirir conocimientos, y a estudiar y buscar algunas sabias conclusiones. Y pude darme cuenta de que es malo ser necio, y una locura ser estúpido.

26He encontrado algo que es más amargo que la muerte: la mujer que tiende trampas con el corazón y aprisiona con los brazos. El que agrada a Dios escapará de ella, pero el pecador caerá en sus redes.

27En mi intento de encontrar la razón de las cosas, yo, el Predicador, he hallado lo siguiente: 28¡que todavía no he dado con lo que realmente busco! He encontrado un hombre entre mil, pero ni una sola mujer entre todas ellas. 29Solamente he encontrado lo siguiente: que Dios hizo perfecto al hombre, pero éste se ha complicado la vida.

8¿Quién puede compararse al sabio? ¿Quién conoce el sentido de las cosas? La sabiduría ilumina la cara del hombre; hace que cambie su duro semblante.

La obediencia al rey

2Cumple las órdenes del rey, pues así lo has jurado ante Dios. 3No salgas de su presencia con demasiada rapidez. No tomes parte en asuntos malvados, porque él puede hacer lo que se le antoje. 4La palabra del rey tiene autoridad final, y nadie puede pedirle cuenta de sus actos.

5Al que cumple una orden, no le pasará nada malo, y el que es sabio entiende cuándo y cómo debe cumplirla. 6En realidad, hay un momento y un modo de hacer todo lo que se hace, pero el gran problema del hombre 7es que nunca sabe lo que va a suceder, ni hay nadie que se lo pueda advertir.

Nadie tiene poder sobre la vida y la muerte

8No hay quien tenga poder sobre la vida, como para retenerla, ni hay tampoco quien tenga poder sobre la muerte. No hay quien escape de esta batalla. Al malvado no lo salvará su maldad.

9Todo esto he visto al entregarme de lleno a conocer lo que se hace en este mundo y el poder que el hombre tiene de hacer daño a sus semejantes.

Hay cosas que no tienen sentido

10También he visto que a gente malvada, que se mantuvo alejada del lugar santo, la alaban el día de su entierro; y en la ciudad donde cometió su maldad, nadie después lo recuerda. Y esto no tiene sentido, 11porque al no ejecutarse en seguida la sentencia para castigar la maldad, se provoca que el hombre sólo piense en hacer lo malo. 12¡Así resulta que el que peca y sigue pecando vive muchos años! (Lo que yo sabía es que a los que honran a Dios y guardan reverencia ante él, les va bien; 13y que, por el contrario, a los malvados les va mal y su vida pasa como una sombra porque no muestran reverencia ante Dios.) 14Y así se da en este mundo el caso sin sentido de hombres buenos que sufren como si fueran malos, y de hombres malos que gozan como si fueran buenos. ¡Yo digo que tampoco esto tiene sentido!

15Por eso, me declaro en favor de la alegría. Y lo mejor que puede hacer el hombre en este mundo es comer, beber y divertirse, porque eso es lo único que le queda de su trabajo en los días de vida que Dios le da en este mundo.

16Mientras más me entregué a aprender y a saber y a observar todo lo que se hace en este mundo —llega un momento en que no puede uno dormir a ninguna hora—, 17más cuenta me di de que el hombre no puede comprender lo que Dios hace ni lo que ocurre en este mundo. Por más que luche buscando la respuesta, no la encontrará; aun cuando el sabio diga conocerla, en realidad no ha podido encontrarla.

Consideraciones sobre la vida y la muerte

9A todo esto me he entregado de lleno, tan sólo para descubrir que las obras de buenos y de sabios están en las manos de Dios. Nada sabe el hombre del amor ni del odio, aun cuando los tenga ante sus ojos. 2Al fin y al cabo, a todos les espera lo mismo: al justo y al injusto, al bueno y al malo, al puro y al impuro, al que ofrece sacrificios y al que no los ofrece; lo mismo al bueno que al pecador, al que hace juramentos y al que no los hace.

3Esto es lo malo de todo lo que pasa en este mundo: que a todos les espera lo mismo. Por otra parte, el pensamiento del hombre está lleno de maldad; la estupidez domina su mente durante toda su vida; y al fin de cuentas, ¡al cementerio!

4Tiene más esperanza aquel a quien se concede seguir viviendo, pues vale más perro vivo que león muerto. 5Además, los que viven saben que han de morir, pero los muertos ni saben nada ni ganan nada, porque se les echa al olvido. 6Allí terminan su amor, su odio y sus pasiones, y nunca más vuelven a tomar parte en nada de lo que se hace en este mundo.

7¡Vamos, pues! Disfruta del pan que comes; goza del vino que bebes, porque a Dios le han agradado tus acciones. 8Vístete siempre con ropas blancas; ponte siempre perfume en la cabeza. 9Goza de la vida con la mujer amada, cada instante de esta vida sin sentido que Dios te ha dado en este mundo; eso es lo único que sacarás de tanto trabajar en este mundo. 10Y todo lo que esté en tu mano hacer, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro, que es donde irás a parar, no se hace nada ni se piensa nada, ni hay conocimientos ni sabiduría.

Injusticias de la vida

11En este mundo he visto algo más: que no son los veloces los que ganan la carrera, ni los valientes los que ganan la batalla; que no siempre los sabios tienen pan, ni los inteligentes son ricos, ni los instruidos son bien recibidos; todos ellos dependen de un momento de suerte. 12Por otra parte, nunca sabe nadie cuándo le llegará su hora: así como los peces quedan atrapados en la red y las aves en la trampa, así también el hombre, cuando menos lo espera, se ve atrapado en un mal momento.

13También he visto en este mundo algo que me parece encerrar una gran enseñanza: 14una ciudad pequeña, con pocos habitantes, es atacada por un rey poderoso que levanta alrededor de ella una gran maquinaria de ataque. 15Y en la ciudad vive un hombre pobre, pero sabio, que con su sabiduría podría salvar a la ciudad, ¡y nadie se acuerda de él!

Por sobre todas las cosas, sabiduría

16Sin embargo, yo afirmo que vale más ser sabio que valiente, aun cuando la sabiduría del hombre pobre no sea tomada en cuenta ni se preste atención a lo que dice.

17Más se oyen las palabras tranquilas de los sabios
que el griterío del rey de los necios.
18Vale más la sabiduría
que las armas de guerra.

Un solo error
causa grandes destrozos.

10Una mosca muerta apesta
y echa a perder el buen perfume.

Cuenta más la tontería más ligera
que la sabiduría más respetable.

2La mente del sabio se inclina al bien,
pero la del necio se inclina al mal.

3El necio, en todo lo que hace,
muestra la pobreza de sus ideas,
aun cuando vaya diciendo
que los necios son los demás.

4Si el que gobierna se enoja contigo,
no pierdas la cabeza;
el remedio para los grandes errores
es tomar las cosas con calma.

5Me he dado cuenta de un error que se comete en este mundo, y que tiene su origen en los propios gobernantes: 6que al necio se le da un alto cargo, mientras que la gente que vale ocupa puestos humildes. 7He visto esclavos andar a caballo, y príncipes andar a pie como si fueran esclavos.

8El que hace el hoyo,
en él se cae.

Al que rompe el muro,
la serpiente lo muerde.

9El que labra piedras,
se lastima con ellas.

El que parte leña,
corre el riesgo de cortarse.

10Si el hacha se desafila
y no se la vuelve a afilar,
habrá que golpear con más fuerza.

Vale más hacer las cosas bien y con sabiduría.

11¿De qué sirve un encantador,
si la serpiente muerde antes de ser encantada?

12Las palabras del sabio le atraen simpatías,
pero las del necio son su propia ruina:
13comienza diciendo puras tonterías,
y acaba diciendo las peores estupideces.
14¡Al necio no le faltan las palabras!

¿Quién puede decir lo que ha de suceder,
si nadie sabe nada del futuro?

15Tanto se mata el necio trabajando,
que no sabe ni el camino a la ciudad.

16¡Ay del país que tiene por rey a un chiquillo,
y en el que sus príncipes
amanecen en banquetes!

17¡Dichoso el país que tiene un rey honorable,
y en el que los gobernantes
comen a la hora debida,
para reponer sus fuerzas
y no para emborracharse!

18Al holgazán se le cae el techo;
al que no hace nada, toda la casa.

19El pan es para disfrutarlo,
y el vino para gozar de la vida;
mas para eso hace falta dinero.

20No critiques al rey
ni siquiera con el pensamiento.

No hables mal del rico, aunque estés a solas,
porque las aves vuelan y pueden ir a contárselo.

11Echa tu pan al agua;
después de algún tiempo lo encontrarás.

2Comparte lo que tienes lo más que puedas,
pues no sabes el mal que puede venir sobre el país.

3Si las nubes están cargadas,
la lluvia cae sobre la tierra.

Caiga el árbol al norte
o caiga el árbol al sur,
en el lugar donde caiga
allí se habrá de quedar.

4El que mira al viento, no siembra,
y el que mira a las nubes, no cosecha.

5Así como no sabes por dónde va el viento, ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, tampoco sabes nada de lo que hace Dios, creador de todas las cosas.

6Siembra tu semilla por la mañana, y por la tarde siémbrala también, porque nunca se sabe qué va a resultar mejor, si la primera siembra o la segunda, o si las dos prosperarán.

7Muy agradable es la luz, y es bueno que los ojos vean el sol; 8pero aunque uno viva muchos años y disfrute de todos ellos, debe recordar que los días de oscuridad serán muchos, y que todo lo que está por venir es vana ilusión.

Consejos a los jóvenes

9Diviértete, joven, ahora que estás lleno de vida; disfruta de lo bueno ahora que puedes. Déjate llevar por los impulsos de tu corazón y por todo lo que ves, pero recuerda que de todo ello Dios te pedirá cuentas. 10Aleja de tu mente las preocupaciones y echa fuera de ti el sufrimiento, porque aun los mejores días de la juventud son vana ilusión.

12Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven y que aún no han llegado los tiempos difíciles; ya vendrán años en que digas: «No me trae ningún placer vivirlos.» 2Hazlo ahora, cuando aún no se apaga la luz del sol, de la luna y de las estrellas, y cuando aún hay nubes después de la lluvia. 3Llegará un día en que tiemblen los guardianes del palacio y se doblen los valientes; quedarán tan pocas molineras, que dejarán de moler; las que miran por las ventanas, comenzarán a perder la vista. 4Cuando llegue ese día, se cerrarán las puertas que dan a la calle; el ruido del molino se irá apagando; las aves dejarán oír su canto, pero las canciones dejarán de oírse; 5la altura causará miedo, y en el camino habrá peligros.

El almendro comenzará a florecer,
la langosta resultará una carga
y la alcaparra no servirá para nada.
Pues el hombre va a su hogar eterno,
y en la calle se escucha ya
a los que lloran su muerte.

6Acuérdate de tu Creador ahora que aún no se ha roto el cordón de plata ni se ha hecho pedazos la olla de oro; ahora que aún no se ha roto el cántaro a la orilla de la fuente ni se ha hecho pedazos la polea del pozo. 7Después de eso el polvo volverá a la tierra, como antes fue, y el espíritu volverá a Dios, que es quien lo dio.

8Yo, el Predicador, repito:
¡Vana ilusión, vana ilusión!
¡Todo es vana ilusión!

9Y mientras más sabio llegó a ser el Predicador, más conocimientos impartió a la gente. También se dio a la tarea de estudiar gran número de proverbios, y de clasificarlos ordenadamente. 10Hizo todo lo posible por encontrar las palabras más adecuadas, para escribir convenientemente dichos verdaderos.

11Los dichos de los sabios son como aguijones, y una vez reunidos en colecciones son como estacas bien clavadas, puestas por un solo pastor. 12Lo que uno saca de ellos son grandes advertencias. El hacer muchos libros no tiene fin, y el mucho estudio cansa.

13El discurso ha terminado. Ya todo ha sido dicho. Honra a Dios y cumple sus mandamientos, porque eso es el todo del hombre. 14Dios habrá de pedirnos cuentas de todos nuestros actos, sean buenos o malos, y aunque los hayamos hecho en secreto.

Título

1El más hermoso de los poemas de Salomón.

Primer canto

Ella

2¡Dame un beso de tus labios!
Son más dulces que el vino tus caricias,
3deliciosos al olfato tus perfumes,
tu nombre es perfume derramado.
¡Por eso te aman las mujeres!

4¡Llévame pronto contigo!
¡Llévame, oh rey, a tus habitaciones!

Coro

Contigo estaremos muy alegres;
evocaremos tus caricias más que el vino.
¡Con razón te aman las mujeres!

Ella

5Mujeres de Jerusalén,
soy morena, pero hermosa;
morena como los campamentos de Quedar,
hermosa como las cortinas de Salomón.
6No se fijen en que soy morena,
ni en que el sol me ha quemado la piel.
Mis hermanos se enojaron conmigo
y me pusieron a cuidar las viñas,
¡y mi propia viña descuidé!

7Dime, amor de mi vida,
¿dónde apacientas tus rebaños?,
¿dónde los llevas a descansar al mediodía?
¿Por qué he de andar como una vagabunda,
junto a los rebaños de tus compañeros?

Coro

8Si no lo sabes tú,
hermosa entre las hermosas,
sigue las pisadas del rebaño
y apacienta tus cabritos
junto a las chozas de los pastores.

Él

9Tú eres para mí, amor mío,
cual fina yegua del carro del faraón.
10¡Qué lindas son tus mejillas
entre los pendientes!
¡Qué lindo es tu cuello
entre los collares de perlas!
11¡Te haremos pendientes de oro
con incrustaciones de plata!

Ella

12Mientras el rey se sienta a la mesa,
mi nardo esparce su fragancia.

13Mi amado es para mí como el saquito de mirra
que está siempre entre mis pechos.
14Mi amado es para mí como flor de alheña
en los viñedos de En-gadi.

Él

15¡Qué hermosa eres, amor mío,
qué hermosa eres!
¡Tus ojos son dos palomas!

Ella

16¡Qué hermoso eres, amor mío,
qué hermoso eres!

Él

¡La verde hierba es nuestro lecho!
17Los cedros son las vigas de la casa,
y los cipreses, el techo que nos cubre.

Ella

2Soy la flor de los llanos de Sarón,
soy la rosa de los valles.

Él

2Mi amada es, entre las mujeres,
como una rosa entre los espinos.

Ella

3Mi amado es, entre los hombres,
como un manzano entre los árboles del bosque.

¡Qué agradable es sentarme a su sombra!
¡Qué dulce me sabe su fruta!
4Me llevó a la sala de banquetes
y sus miradas para mí fueron de amor.

5¡Reanímenme con tortas de pasas,
aliméntenme con manzanas,
porque me muero de amor!
6¡Que ponga él su izquierda bajo mi cabeza,
y que con su derecha me abrace!

Él

7Prométanme, mujeres de Jerusalén,
por las gacelas y cervatillas del bosque,
no interrumpir el sueño de mi amor.
¡Déjenla dormir hasta que quiera despertar!

Segundo canto

Ella

8¡Ya viene mi amado!
¡Ya escucho su voz!
Viene saltando sobre los montes,
viene saltando por las colinas.
9Mi amado es como un venado:
como un venado pequeño.
¡Aquí está ya, tras la puerta,
asomándose a la ventana,
espiando a través de la reja!

10Mi amado me dijo:
«Levántate, amor mío;
anda, cariño, vamos.
11¡Mira! El invierno ha pasado
y con él se han ido las lluvias.
12Ya han brotado flores en el campo,
ya ha llegado el tiempo de cantar,
ya se escucha en nuestra tierra
el arrullo de las tórtolas.
13Ya tiene higos la higuera,
y los viñedos esparcen su aroma.

»Levántate, amor mío;
anda, cariño, vamos.

14»Paloma mía, que te escondes en las rocas,
en altos y escabrosos escondites,
déjame ver tu rostro,
déjame escuchar tu voz.
¡Es tan agradable el verte!
¡Es tan dulce el escucharte!»

Los dos

15Atrapen las zorras, las zorras pequeñas
que arruinan nuestros viñedos,
nuestros viñedos en flor.

Ella

16Mi amado es mío, y yo soy suya.
Él apacienta sus rebaños entre las rosas.

17Mientras llega el día
y huyen las sombras,
vuelve, amado mío;
sé como un venado,
como un venado pequeño
por los montes escarpados.

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Discurso inicial

1Estas son las palabras del Maestro,[a] hijo de David, rey en Jerusalén.

2Vanidad de vanidades
—dice el Maestro—,
vanidad de vanidades,
¡todo es vanidad!

3¿Qué provecho saca la gente
de tanto afanarse bajo el sol?
4Generación va, generación viene,
mas la tierra permanece para siempre.
5Sale el sol, se pone el sol;
afanoso vuelve a su punto de origen para de allí volver a salir.
6Dirigiéndose al sur
o girando hacia el norte,
sin cesar gira el viento
y de nuevo vuelve a girar.
7Todos los ríos van a dar al mar,
pero el mar jamás se llena.
A su punto de origen vuelven los ríos,
para de allí volver a fluir.
8Todas las cosas cansan
más de lo que es posible expresar.
Ni se sacian los ojos de ver
ni se hartan los oídos de oír.
9Lo que ya ha acontecido
volverá a acontecer;
lo que ya se ha hecho
se volverá a hacer.
¡No hay nada nuevo bajo el sol!
10Hay quien llega a decir:
«¡Mira que esto sí es una novedad!».
Pero eso ya existía desde siempre,
entre aquellos que nos precedieron.
11Nadie se acuerda de las generaciones anteriores,
como nadie se acordará de las últimas.
¡No habrá memoria de ellos
entre los que habrán de sucedernos!

Primeras conclusiones

12Yo, el Maestro, reiné en Jerusalén sobre Israel. 13Y me dediqué de lleno a explorar e investigar con sabiduría todo cuanto se hace bajo el cielo. ¡Penosa tarea ha impuesto Dios al género humano para abrumarlo con ella! 14Y he observado todo cuanto se hace bajo el sol y todo ello es vanidad, ¡es correr tras el viento!

15No se puede enderezar lo torcido
ni se puede contar lo que falta.

16Me puse a reflexionar: «Aquí me tienen, engrandecido y con más sabiduría que todos mis antecesores en Jerusalén; habiendo experimentado abundante sabiduría y conocimiento. 17Me he dedicado de lleno a la comprensión de la sabiduría, y hasta conozco la necedad y la insensatez. ¡Pero aun esto es querer alcanzar el viento! 18Francamente,

»mientras más sabiduría, más problemas;
mientras más se sabe, más se sufre».

2Me dije entonces: «Vamos, pues, haré la prueba con los placeres y me daré la gran vida». ¡Pero aun esto resultó ser vanidad! 2A la risa la considero una locura; en cuanto a los placeres, ¿para qué sirven?

3Quise luego hacer la prueba de entregarme al vino —si bien mi mente estaba bajo el control de la sabiduría—, y de aferrarme a la necedad, hasta ver qué de bueno le encuentra el hombre a lo que hace bajo el cielo durante los contados días de su vida.

4Realicé grandes obras: me construí casas, me planté viñedos, 5cultivé mis propios huertos y jardines en donde planté toda clase de árboles frutales. 6También me construí aljibes para irrigar los muchos árboles que allí crecían. 7Compré esclavos y esclavas; tuve criados, vacas y ovejas, tuve mucho más que todos los que me precedieron en Jerusalén. 8Amontoné plata, oro y tesoros que fueron de reyes y provincias. Tuve cantores y cantoras; disfruté de los deleites de los hombres: ¡formé mi propio harén![b]

9Me engrandecí en gran manera, más que todos los que me precedieron en Jerusalén; además, la sabiduría permanecía conmigo.

10No negué a mis ojos ningún deseo
ni privé a mi corazón de placer alguno.
Mi corazón disfrutó de todos mis trabajos.
¡Solo eso saqué de tanto afanarme!
11Luego observé todas mis obras
y el trabajo que me había costado realizarlas.
Vi que todo era vanidad, un correr tras el viento,
y que no había provecho bajo el sol.

Todos paran en lo mismo

12Consideré entonces la sabiduría,
la necedad y la insensatez.
¿Qué más puede hacer el sucesor del rey,
aparte de lo ya hecho?
13Observé que es mejor la sabiduría que la insensatez,
así como la luz es mejor que las tinieblas.
14El sabio tiene los ojos bien puestos,
pero el necio anda a oscuras.
Pero me di cuenta de que
un mismo final espera a todos.

15Me dije entonces:

«Si al fin voy a acabar igual que el necio,
¿de qué me sirve ser tan sabio?».
Y me dije:
«También esto es vanidad».
16Nadie se acuerda jamás del sabio ni del necio;
con el paso del tiempo todo cae en el olvido;
lo mismo mueren los sabios que los necios.

17Aborrecí entonces la vida, pues todo cuanto se hace bajo el sol me resultaba repugnante. Realmente, todo es vanidad; ¡es correr tras el viento!

18Aborrecí también todo el trabajo que hice bajo el sol, pues el fruto de tanto afán tendría que dejárselo a mi sucesor. 19¿Y quién sabe si este sería sabio o necio? Sin embargo, se adueñaría de lo que con tanto esmero y sabiduría logré hacer bajo el sol. ¡Y también esto es vanidad!

20Volví a sentirme descorazonado de haber trabajado tanto bajo el sol, 21pues hay quienes ponen a trabajar su sabiduría y sus conocimientos y experiencia, para luego entregarle todos sus bienes a quien jamás movió un dedo. ¡Y también esto es vanidad y una enorme desgracia! 22Pues, ¿qué gana el hombre con todos sus esfuerzos y con tanto preocuparse y afanarse bajo el sol? 23Todos sus días están plagados de sufrimientos y tareas frustrantes; ni siquiera de noche descansa su mente. ¡Y también esto es vanidad!

24Nada hay mejor para el hombre que comer, beber y llegar a disfrutar de sus afanes. He visto que también esto proviene de Dios, 25porque ¿quién puede comer y alegrarse, si no es por Dios?[c] 26En realidad, Dios da sabiduría, conocimientos y alegría a quien es de su agrado; en cambio, al pecador le impone la tarea de acumular más y más, para luego dárselo todo a quien es de su agrado. Y también esto es vanidad; ¡es correr tras el viento!

Hay un tiempo para todo

3Todo tiene su momento oportuno;
hay tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo:

2tiempo para nacer y tiempo para morir;
tiempo para plantar y tiempo para cosechar;
3tiempo para matar y tiempo para sanar;
tiempo para destruir y tiempo para construir;
4tiempo para llorar y tiempo para reír;
tiempo para estar de luto y tiempo para bailar;
5tiempo para esparcir piedras y tiempo para recogerlas;
tiempo para abrazarse y tiempo para apartarse;
6tiempo para buscar y tiempo para perder;
tiempo para guardar y tiempo para desechar;
7tiempo para rasgar y tiempo para coser;
tiempo para callar y tiempo para hablar;
8tiempo para amar y tiempo para odiar;
tiempo para la guerra y tiempo para la paz.

De nada sirve afanarse

9¿Qué provecho saca el trabajador de tanto afanarse? 10He visto la tarea que Dios ha impuesto al género humano para abrumarlo con ella. 11Dios hizo todo hermoso en su tiempo, luego puso en la mente humana la noción de eternidad, aun cuando el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios realiza de principio a fin. 12Yo sé que nada hay mejor para el hombre que alegrarse y hacer el bien mientras viva; 13y sé también que es un don de Dios que el hombre coma o beba y disfrute de todos sus afanes. 14Sé, además, que todo lo que Dios ha hecho permanece para siempre, que no hay nada que añadirle ni quitarle y que Dios lo hizo así para que se le tema.

15Lo que ahora existe, ya existía;
y lo que ha de existir, existe ya.
Dios llama el pasado a cuentas.

Contradicciones de la vida

16He visto algo más bajo el sol:

Maldad donde se dictan las sentencias
y maldad donde se imparte la justicia.

17Pensé entonces:

«Al justo y al malvado
los juzgará Dios,
pues hay un tiempo para toda obra
y un lugar para toda acción».

18Pensé también con respecto a los seres humanos: «Dios los está poniendo a prueba, para que ellos mismos se den cuenta de que son como los animales. 19Los seres humanos terminan igual que los animales; el destino de ambos es el mismo, pues unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida[d] es el mismo para todos, así que el hombre no es superior a los animales. Realmente, todo es vanidad 20y todo va hacia el mismo lugar. Todo surgió del polvo y al polvo todo volverá. 21¿Quién sabe si el aliento de vida de los seres humanos se remonta a las alturas y el de los animales desciende[e] a las profundidades de la tierra?».

22He visto, pues, que nada hay mejor para el hombre que disfrutar de su trabajo, ya que eso le ha tocado. Pues, ¿quién lo traerá para que vea lo que sucederá después de él?

Opresores y oprimidos

4Luego me fijé en tanta opresión que hay bajo el sol.

Vi llorar a los oprimidos
y no había quien los consolara;
el poder estaba del lado de sus opresores
y no había quien los consolara.
2Y consideré más felices a los que ya han muerto
que a los que aún viven,
3aunque en mejor situación
están los que aún no han nacido,
los que todavía no han visto la maldad
que se comete bajo el sol.

4Vi, además, que tanto el afán como el éxito en la vida despiertan envidias. Y también esto es vanidad; ¡es correr tras el viento!

5El necio se cruza de brazos
y se devora a sí mismo.
6Mejor un puñado de tranquilidad
que dos de fatiga
y de correr tras el viento.

La unión hace la fuerza

7Me fijé entonces en otra vanidad bajo el sol:

8Vi a un hombre solitario,
sin hijos ni hermanos.
Nunca dejaba de afanarse;
¡jamás le parecían demasiadas sus riquezas!
«¿Para quién trabajo tanto», se preguntó,
«y me abstengo de las cosas buenas?».
¡También esto es vanidad
y una penosa tarea!

9Mejor son dos que uno,
porque obtienen más fruto de su esfuerzo.
10Si caen,
el uno levanta al otro.
¡Ay del que cae
y no tiene quien lo levante!
11Si dos se acuestan juntos,
entrarán en calor;
uno solo ¿cómo va a calentarse?
12Uno solo puede ser vencido,
pero dos pueden resistir.
¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!

Juventud y sabiduría

13Mejor es un joven pobre, pero sabio, que un rey viejo, pero necio, que ya no sabe recibir consejos. 14Aunque de la cárcel haya ascendido al trono o haya nacido pobre en ese reino, 15he visto que la gente que vive bajo el sol apoya al joven que sucede al rey. 16Y aunque es incontable la gente que sigue a los reyes,[f] muchos de los que vienen después tampoco quedan contentos con el sucesor. Y también esto es vanidad; ¡es querer alcanzar el viento!

Hay que cumplir las promesas

5Cuando vayas a la casa de Dios, cuida tus pasos y acércate a escuchar en vez de ofrecer sacrificio de necios, que ni conciencia tienen de que hacen mal.

2No te apresures,
ni con la boca ni con el corazón,
a hacer promesas delante de Dios;
él está en el cielo
y tú estás en la tierra.
Mide, pues, tus palabras.
3De las muchas ocupaciones brotan los sueños
y de las muchas palabras, las tonterías.

4Cuando hagas una promesa a Dios, no tardes en cumplirla, porque a Dios no le agradan los necios. Cumple tus promesas: 5Es mejor no hacer promesas que hacerlas y no cumplirlas. 6No permitas que tu boca te haga pecar, ni digas luego ante el mensajero del Templo[g] que lo hiciste sin querer. ¿Por qué ha de enojarse Dios por lo que dices y destruir el fruto de tu trabajo? 7En medio de tantos sueños de vanidad y palabrerías, muestra temor a Dios.

Futilidad de las riquezas

8Si en alguna provincia ves que se oprime al pobre y que a la gente se le niega un juicio justo, no te asombres de tales cosas; porque a un alto oficial lo vigila otro más alto y, por encima de ellos, hay otros altos oficiales. 9Pero es provechoso para el país que el rey esté al servicio del campo.[h]

10Quien ama el dinero, de dinero no se sacia.
Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente.
¡También esto es vanidad!

11Donde abundan los bienes,
sobra quien se los gaste;
¿y qué saca de esto su dueño,
aparte de contemplarlos?

12El trabajador duerme tranquilo,
coma mucho o coma poco.
Al rico sus muchas riquezas
no lo dejan dormir.

13He visto un mal terrible bajo el sol:

riquezas acumuladas que redundan en perjuicio de su dueño
14y riquezas que se pierden en un mal negocio.
Y si llega su dueño a tener un hijo,
ya no tendrá nada que dejarle.
15Tal como salió del vientre de su madre,
así se irá: desnudo como vino al mundo
y sin llevarse el fruto de tanto trabajo.

16Esto es una terrible desgracia:

tal como viene el hombre, así se va.
¿Y de qué le sirve afanarse tanto en busca del viento?
17Toda su vida come en tinieblas,
en medio de muchas molestias, enfermedades y enojos.

18Esto es lo que he comprobado: que en la vida bajo el sol lo mejor es comer, beber y disfrutar del fruto de nuestros afanes. Es lo que Dios nos ha concedido; es lo que nos ha tocado. 19Además, a quien Dios concede abundancia y riquezas, también concede comer de ellas, así como tomar su parte y disfrutar de sus afanes, pues esto es don de Dios. 20Y como Dios le llena de alegría el corazón, muy poco reflexiona el hombre en cuanto a su vida.

¿Qué sentido tiene la vida?

6Hay un mal que he visto bajo el sol y que afecta a todos: 2a algunos Dios da abundancia, riquezas, honores y no les falta nada que pudieran desear. Sin embargo, es a otros a quienes concede disfrutar de todo ello. ¡Esto es vanidad, una penosa aflicción!

3Si un hombre tiene cien hijos y vive muchos años, no importa cuánto viva, si no se ha saciado de las cosas buenas ni llega a recibir sepultura, yo digo que un abortivo es mejor que él. 4Porque el abortivo vino de la nada, a las tinieblas va y en las tinieblas permanecerá oculto. 5Nunca llegará a ver el sol, ni sabrá nada; sin embargo, habrá tenido más reposo que aquel 6que pudo haber vivido dos mil años sin disfrutar jamás de lo bueno. ¿Y acaso no van todos a un mismo lugar?

7Mucho trabaja el hombre para comer,
pero nunca se sacia.
8¿Qué ventaja tiene el sabio sobre el necio?
¿Y qué gana el pobre
con saber enfrentarse a la vida?
9Vale más lo visible
que lo imaginario.
Y también esto es vanidad;
¡es correr tras el viento!

10Lo que ahora existe ya ha recibido nombre
y se sabe lo que es: humanidad.
Nadie puede luchar
contra alguien más fuerte.
11Donde abundan las palabras,
abunda la vanidad.
¿Y qué se gana con eso?

12En realidad, ¿quién sabe qué le conviene a una persona en esta breve y vana vida suya por donde pasa como una sombra? ¿Y quién puede decirle lo que sucederá bajo el sol después de su muerte?

Nueva escala de valores

7Es mejor el buen nombre que el buen perfume.
Es mejor el día en que se muere que el día en que se nace.
2Es mejor ir a un funeral
que a una casa de fiestas.
Pues la muerte es el fin de todo ser humano,
y los que viven debieran tenerlo presente.
3Es mejor llorar que reír;
porque un rostro triste le hace bien al corazón.
4El sabio tiene presente la muerte;
el necio solo piensa en la diversión.
5Es mejor la reprensión de sabios
que el canto de necios.
6Pues las carcajadas de los necios
son como el crepitar de las espinas bajo la olla.
¡Y también esto es vanidad!

7La extorsión entorpece al sabio
y el soborno corrompe su corazón.

8Vale más el fin de algo que su principio.
Vale más la paciencia que la arrogancia.
9No permitas que el enojo domine tu espíritu,
porque el enojo se aloja en lo íntimo de los necios.

10Nunca preguntes por qué todo tiempo pasado fue mejor.
No es de sabios hacer tales preguntas.

11Buena es la sabiduría sumada a la heredad
y provechosa para los que ven la luz del sol.
12Puedes ponerte a la sombra de la sabiduría
o a la sombra del dinero,
pero la sabiduría tiene la ventaja
de dar vida a quien la posee.

13Contempla las obras de Dios:

¿quién puede enderezar
lo que él ha torcido?
14Cuando te vengan buenos tiempos, disfrútalos;
pero cuando te lleguen los malos,
piensa que unos y otros son obra de Dios,
y que nadie sabe con qué habrá de encontrarse después.

15Todo esto he visto durante mi absurda vida:

hombres justos a quienes su justicia los destruye
y hombres malvados a quienes su maldad les alarga la vida.
16No seas demasiado justo,
tampoco demasiado sabio.
¿Para qué destruirte a ti mismo?
17No seas demasiado malo
ni te portes como un necio.
¿Para qué morir antes de tiempo?
18Bueno es agarrar esto
sin soltar aquello.
Quien teme a Dios evitará los extremos.

19Más fortalece la sabiduría al sabio
que diez gobernantes a una ciudad.

20No hay en la tierra nadie tan justo
que haga el bien y nunca peque.

21No prestes atención a todo lo que se dice
y así no oirás cuando tu siervo hable mal de ti,
22aunque bien sabes
que muchas veces también tú has hablado mal de otros.

Tras la razón de las cosas

23Todo esto lo examiné con sabiduría

y me dispuse a ser sabio,
pero la sabiduría estaba fuera de mi alcance.
24Lejos y demasiado profundo está todo cuanto existe.
¿Quién puede dar con ello?
25Volví entonces mi atención hacia el conocimiento
para investigar e indagar acerca de la sabiduría y la razón de las cosas;
entonces me di cuenta de la insensatez de la maldad
y la locura de la necedad.

26Y encontré algo más amargo que la muerte:
la mujer que es una trampa,
su corazón es una red
y sus brazos son cadenas.
Quien agrada a Dios se librará de ella,
pero el pecador caerá en sus redes.

27Y dijo el Maestro:

«Miren lo que he hallado al buscar la razón de las cosas, una por una:
28¡que todavía estoy buscando
lo que no he encontrado!
Ya he dado con un hombre entre mil,
pero entre todas las mujeres
aún no he encontrado ninguna.
29Tan solo he hallado lo siguiente:
que Dios hizo perfecto al ser humano,
pero este se ha buscado demasiadas complicaciones».

8¿Quién es como el sabio?
¿Quién conoce las respuestas?
La sabiduría del hombre hace que resplandezca su rostro
y se ablanden sus facciones.

La obediencia al rey

2Yo digo: Obedece al rey, porque lo has jurado ante Dios. 3No te apresures a salir de su presencia. No defiendas una mala causa, porque lo que él quiere hacer, lo hace. 4Puesto que la palabra del rey tiene autoridad, ¿quién puede pedirle cuentas?

5El que acata sus órdenes no sufrirá daño alguno.
El corazón sabio sabe cuándo y cómo acatarlas.
6Para todo lo que se hace hay un cuándo y un cómo,
aunque el ser humano tiene en contra un gran problema:

7que ninguno conoce el futuro
ni hay quien se lo pueda decir.
8Nadie tiene poder sobre el viento para retenerlo;[i]
ni hay quien tenga poder sobre el día de su muerte.
No hay licencias durante la batalla,
ni la maldad deja libre al malvado.

Sinrazones de la vida

9Todo esto vi al dedicarme de lleno a conocer todo lo que se hace bajo el sol: hay veces que el ser humano domina a otros para su propio mal. 10Vi también a los malvados ser sepultados —los que solían ir y venir del lugar santo—; a ellos se les echó al olvido en la ciudad donde así se condujeron.[j] ¡Y también esto es vanidad!

11Cuando no se ejecuta rápidamente la sentencia de un delito, el corazón del pueblo se llena de razones para hacer lo malo. 12El pecador puede hacer lo malo cien veces y vivir muchos años; pero sé también que le irá mejor a quien teme a Dios y le guarda reverencia. 13En cambio, a los malvados no les irá bien ni vivirán mucho tiempo. Serán como una sombra, porque no temen a Dios.

14En la tierra suceden cosas que son vanidad, pues hay hombres justos a quienes les va como si fueran malvados y hay malvados a quienes les va como si fueran justos. ¡Y yo digo que también esto es vanidad!

15Por tanto, celebro la alegría, pues no hay para el ser humano nada mejor bajo el sol que comer, beber y alegrarse. Solo eso le queda de tanto afanarse en esta vida que Dios le ha dado bajo el sol.

16Al dedicarme al conocimiento de la sabiduría y a la observación de todo cuanto se hace en la tierra, sin poder conciliar el sueño ni de día ni de noche, 17pude ver todo lo hecho por Dios. ¡El hombre no puede comprender todo lo que se hace bajo el sol! Por más que se esfuerce por hallarle sentido, no lo encontrará; aun cuando el sabio diga conocerlo, no lo puede comprender.

Un destino común

9A todo esto me dediqué de lleno y comprobé que los justos y los sabios, junto con sus obras, están en las manos de Dios; pero ninguno sabe del amor ni del odio, aunque los tenga ante sus ojos. 2Para todos hay un mismo final: para el justo y el injusto, para el bueno y el malo, para el puro y el impuro, para el que ofrece sacrificios y para el que no los ofrece.

Tanto para el bueno,
como para el pecador;
tanto para el que hace juramentos,
como para el que no los hace por temor.

3Hay un mal en todo lo que se hace bajo el sol: todos tienen un mismo final. Además, el corazón del hombre rebosa de maldad; la necedad está en su corazón toda su vida y después de eso la muerte. 4¿Por quién, pues, decidirse? Entre todos los vivos hay esperanza, pues vale más perro vivo que león muerto.

5Porque los vivos saben que han de morir,
pero los muertos no saben nada;
tampoco tienen recompensa,
pues su memoria cae en el olvido.
6Sus amores, odios
y pasiones llegan a su fin;
nunca más vuelven a tener parte
en nada de lo que se hace bajo el sol.

7¡Anda, come tu pan con gozo! ¡Bebe tu vino con corazón alegre, que Dios ya se ha agradado de tus obras! 8Que sean siempre tus vestidos blancos y que no falte nunca el perfume en tu cabeza. 9Goza de la vida con la mujer amada cada día de la vida de vanidad que Dios te ha dado bajo el sol. ¡Cada uno de tus días de vanidad! Esta es la recompensa de tu vida y de los afanes que pasas bajo el sol. 10Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño; porque en los dominios de la muerte,[k] adonde te diriges, no hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría.

Más vale sabiduría que fuerza

11Me fijé de nuevo que bajo el sol

la carrera no la ganan los más veloces
ni ganan la batalla los más valientes;
tampoco los sabios tienen qué comer
ni los inteligentes abundan en dinero,
ni los instruidos gozan de simpatía;
sino que a todos les llegan buenos y malos tiempos.

12Vi además que nadie sabe cuándo le llegará su hora.

Así como los peces caen en la red fatal
y las aves caen en la trampa,
también los hombres se ven atrapados
por una desgracia que de pronto les sobreviene.

13También vi bajo el sol este notable caso de sabiduría: 14una ciudad pequeña, con pocos habitantes, contra la cual se dirigió un rey poderoso que la sitió y construyó a su alrededor una impresionante maquinaria de asalto. 15En esa ciudad había un hombre pobre, pero sabio, que con su sabiduría salvó a la ciudad, ¡pero nadie se acordó de aquel hombre pobre!

16Yo digo que «la sabiduría es mejor que la fuerza», aun cuando se menosprecie la sabiduría del pobre y no se preste atención a sus palabras.

17Más se atiende a las palabras tranquilas de los sabios
que a los gritos del jefe de los necios.
18Es mejor la sabiduría que las armas de guerra,
pero un solo pecador destruye muchos bienes.

Dichos de sabiduría

10Las moscas muertas apestan
y echan a perder el perfume.
Así mismo pesa más una pequeña necedad
que la sabiduría y la honra juntas.
2El corazón del sabio se inclina al bien,
pero el del necio busca el mal.
3Aun en el camino por el que va,
el necio revela su falta de inteligencia
y a todos va mostrando lo necio que es.
4Si el ánimo del gobernante se exalta contra ti,
no abandones tu puesto.
La tranquilidad es el remedio para los grandes errores.

5Hay un mal que he visto bajo el sol,
semejante al error que cometen los gobernantes:
6al necio se le dan muchos puestos elevados,
pero a la gente valiosa se les dan los puestos más bajos.
7He visto esclavos montar a caballo
y príncipes andar a pie como esclavos.

8El que cava la fosa, en ella se cae;
al que abre brecha en el muro, la serpiente lo muerde.
9El que pica piedra, con las piedras se hiere;
el que corta leña, podría lastimarse con ella.

10Si el hacha pierde su filo
y no se vuelve a afilar,
hay que golpear con más fuerza,
pero la sabiduría lleva al éxito.

11Si la serpiente muerde antes de ser encantada,
no hay ganancia para el encantador.

12Las palabras del sabio son placenteras,
pero los labios del necio son su ruina;
13sus primeras palabras son necedades
y las últimas, terribles locuras.
14¡Pero no le faltan las palabras!

Nadie sabe lo que ha de suceder
y lo que acontecerá después,
¿quién podría decirlo?

15El trabajo del necio tanto lo fatiga
que ni el camino a la ciudad conoce.

16¡Ay del país cuyo rey es un inmaduro
y cuyos príncipes festejan desde temprano!

17¡Dichoso el país cuyo rey es un noble
y cuyos príncipes comen cuando es debido,
para reponerse y no para embriagarse!

18Por causa del ocio se viene abajo el techo
y por la pereza se desploma la casa.

19Para divertirse se celebra un banquete,
el vino alegra la vida
y el dinero es la respuesta para todo.

20No maldigas al rey ni con el pensamiento,
ni en tu cuarto maldigas al rico,
pues las aves del cielo pueden correr la voz.
Tienen alas y pueden divulgarlo.

11Lanza tu pan sobre el agua;
después de algún tiempo volverás a encontrarlo.
2Comparte lo que tienes entre siete, y aun entre ocho,
pues no sabes qué calamidad pueda venir sobre la tierra.

3Cuando las nubes están cargadas,
derraman su lluvia sobre la tierra.
Si el árbol cae hacia el sur,
o cae hacia el norte, donde cae allí se queda.
4Quien vigila al viento no siembra;
quien contempla las nubes no cosecha.

5Así como no sabes por dónde va el viento
ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre,
tampoco entiendes la obra de Dios,
el Creador de todas las cosas.

6Siembra tu semilla en la mañana
y no te des reposo por la tarde,
pues nunca sabes cuál siembra saldrá mejor,
si esta o aquella,
o si ambas serán igualmente buenas.
7Grata es la luz, y
¡qué bueno que los ojos disfruten del sol!
8Mas si el hombre vive muchos años,
y todos ellos los disfruta,
debe recordar que los días tenebrosos
serán muchos
y que lo venidero será vanidad.

Acuérdate de tu Creador

9Alégrate, joven, en tu juventud;
deja que tu corazón disfrute de la adolescencia.
Sigue los impulsos de tu corazón
y responde al estímulo de tus ojos,
pero toma en cuenta que Dios
te juzgará por todo esto.
10Aleja de tu corazón el enojo,
aparta de tu cuerpo la maldad,
porque juventud y vigor son pasajeros.

12Acuérdate de tu Creador
en los días de tu juventud,
antes de que lleguen los días malos
y vengan los años en que digas:
«No encuentro en ellos placer alguno»;
2antes de que dejen de brillar
el sol y la luz, la luna y las estrellas,
y vuelvan las nubes después de la lluvia.
3Un día temblarán los guardianes de la casa
y los fuertes caminarán encorvados;
se detendrán las que muelen por ser pocas,
y verán borrosos los que miran por las ventanas.
4Se irán cerrando las puertas de la calle,
irá disminuyendo el ruido del molino;
las aves elevarán su canto,
pero apagados se oirán sus trinos.
5Sobrevendrá el temor por las alturas
y por los peligros del camino.
Florecerá el almendro,
la langosta resultará onerosa
y se perderá el deseo,
pues el hombre se encamina al hogar eterno
y rondan ya en la calle los que lloran su muerte.

6Acuérdate de tu Creador
antes de que se rompa el cordón de plata
y se quiebre la vasija de oro,
y se estrelle el cántaro contra la fuente
y se rompa la polea del pozo.
7Volverá entonces el polvo a la tierra,
como antes fue
y el espíritu volverá a Dios,
que es quien lo dio.

8Vanidad de vanidades,
¡todo es vanidad!
—dice el Maestro.

Epílogo

9Además de ser sabio, el Maestro impartió conocimientos a la gente. Ponderó, investigó y ordenó muchísimos proverbios. 10Procuró también hallar las palabras más adecuadas y escribirlas con honradez y veracidad.

11Las palabras de los sabios son como aguijones. Como clavos bien puestos son sus colecciones de dichos, dados por un solo pastor. 12Además de ellas, hijo mío, ten presente que el hacer muchos libros es algo interminable y que el mucho leer causa fatiga.

13El fin de este asunto
es que ya se ha escuchado todo.
Teme a Dios y cumple sus mandamientos,
porque esto es todo para el hombre.
14Pues Dios juzgará toda obra,
buena o mala,
aun la realizada en secreto.

1Cantar de los cantares[l] de Salomón.

Primer Canto

La amada

2Ah, si me besaras con los besos de tu boca…[m]
¡Mejor es tu amor que el vino!
3La fragancia de tus perfumes es placentera;
tu nombre es bálsamo aromático.
¡Con razón te aman las doncellas!
4¡Arrástrame en pos de ti! ¡Date prisa!
¡Llévame, oh rey, a tu alcoba!

Los amigos

Regocijémonos y deleitémonos juntos;
celebraremos tus caricias más que el vino.
¡Sobran las razones para amarte!

La amada

5Soy morena y hermosa,
hijas de Jerusalén;
morena como las tiendas de campaña de Cedar,
hermosa como las cortinas de Salomón.[n]
6No se fijen en mi tez morena
ni en que el sol me bronceó la piel.
Mis hermanos se enfadaron contra mí
y me obligaron a cuidar las viñas;
¡y mi propia viña descuidé!
7Cuéntame, amor de mi vida,
¿dónde apacientas tus rebaños?,
¿dónde al mediodía los haces reposar?
¿Por qué he de andar como mujer con velo
entre los rebaños de tus amigos?

Los amigos

8Si no lo sabes, la más bella de las mujeres,
ve tras la huella del rebaño
y apacienta tus cabritos
junto a las moradas de los pastores.

El amado

9Te comparo, amada mía, con una yegua
entre los caballos del carro del faraón.
10¡Qué hermosas lucen tus mejillas entre los pendientes!
¡Qué hermoso luce tu cuello entre los collares!
11¡Haremos para ti pendientes de oro
con incrustaciones de plata!

La amada

12Mientras el rey se halla sentado a la mesa,
mi nardo esparce su fragancia.
13Mi amado es para mí como el saquito de mirra
que duerme entre mis pechos.
14Mi amado es para mí como un ramito de azahar[o]
de las viñas de Engadi.

El amado

15¡Cuán bella eres, amada mía!
¡Cuán bella eres!
¡Tus ojos son dos palomas!

La amada

16¡Cuán hermoso eres, amado mío!
¡Eres un encanto!

El amado

Una alfombra de hojas es nuestro lecho,
17los cedros son las vigas de la casa
y nos cubre un techo de cipreses.

La amada

2Yo soy una rosa de Sarón,
una azucena de los valles.

El amado

2Como azucena entre las espinas
es mi amada entre las doncellas.

La amada

3Cual manzano entre los árboles del bosque
es mi amado entre los jóvenes.
Me encanta sentarme a su sombra;
dulce a mi paladar es su fruto.
4Me llevó a la sala del banquete,
y sobre mí enarboló su estandarte de amor.
5¡Fortalézcanme con pasas,
susténtenme con manzanas,
porque desfallezco de amor!
6¡Ojalá pudiera mi cabeza reposar sobre su izquierda!
¡Ojalá su derecha me abrazara!

El amado

7Yo les ruego, doncellas de Jerusalén,
por las gacelas y cervatillas del bosque,
que no desvelen ni molesten a mi amada
hasta que quiera despertar.

Segundo Canto

La amada

8¡La voz de mi amado!
¡Mírenlo, aquí viene!,
saltando por las colinas,
brincando por las montañas.
9Mi amado es como un venado;
se parece a un cervatillo.
¡Mírenlo, de pie tras nuestro muro,
espiando por las ventanas,
atisbando por las celosías!
10Mi amado me habló y me dijo:
«¡Levántate, amada mía;
ven conmigo, mujer hermosa!
11¡Mira, el invierno se ha ido
y con él han cesado y se han ido las lluvias!

Footnotes

  1. 1:1 Maestro. Alt. Predicador; así en el resto de este libro.
  2. 2:8 ¡formé mi propio harén! Frase de difícil traducción.
  3. 2:25 por Dios (véanse mss. hebreos, LXX y Siríaca); por mí (TM).
  4. 3:19 O espíritu.
  5. 3:21 sabe … desciende. Alt. conoce el espíritu del hombre, que se remonta a las alturas, o el de los animales, que desciende.
  6. 4:16 los reyes. Lit. ellos.
  7. 5:6 mensajero del Templo. Lit. mensajero.
  8. 5:9 Versículo de difícil traducción.
  9. 8:8 O sobre el aliento de vida para retenerlo.
  10. 8:10 a ellos … se condujeron. Frase de difícil traducción.
  11. 9:10 en los dominios de la muerte. Lit. en el Seol.
  12. 1:1 Cantar de los cantares. Alt. El más bello cantar.
  13. 1:2 si me besaras … tu boca. Lit. béseme él con los besos de su boca.
  14. 1:5 Salomón. Alt. Salmá.
  15. 1:14 azahar. Lit. alheña.
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Todo es vanidad

1Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.

2Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. 3¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? 4Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece. 5Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. 6El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo. 7Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo. 8Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír. 9¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. 10¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. 11No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.

La experiencia del Predicador

12Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén. 13Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él. 14Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu. 15Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.

16Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría(A) sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia. 17Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu. 18Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.

2Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad. 2A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto? 3Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida. 4Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; 5me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. 6Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. 7Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. 8Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música.(B)

9Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría. 10No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena. 11Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol. 12Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho. 13Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas. 14El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro. 15Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad. 16Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio. 17Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.

18Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí. 19Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad. 20Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría. 21¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande. 22Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol? 23Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.

24No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios. 25Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo? 26Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

Todo tiene su tiempo

3Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. 2Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; 3tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; 4tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; 5tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; 6tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; 7tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; 8tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz. 9¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?

10Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. 11Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. 12Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; 13y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor. 14He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres. 15Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.

Injusticias de la vida

16Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí iniquidad. 17Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace. 18Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias. 19Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad. 20Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. 21¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra? 22Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?

4Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador. 2Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía. 3Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen.

4He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

5El necio cruza sus manos y come su misma carne.

6Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu.

7Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol. 8Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.

9Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. 10Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. 11También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? 12Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.

13Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos; 14porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre. 15Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquel. 16No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.

La insensatez de hacer votos a la ligera

5Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. 2No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.

3Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.

4Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. 5Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. 6No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?

7Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios.

La vanidad de la vida

8Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos. 9Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está sujeto a los campos.

10El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad. 11Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?

12Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia.

13Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal; 14las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano. 15Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano. 16Este también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano? 17Además de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y dolor y miseria.

18He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte. 19Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios. 20Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón.

6Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: 2El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso. 3Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un abortivo es mejor que él. 4Porque este en vano viene, y a las tinieblas va, y con tinieblas su nombre es cubierto. 5Además, no ha visto el sol, ni lo ha conocido; más reposo tiene este que aquel. 6Porque si aquel viviere mil años dos veces, sin gustar del bien, ¿no van todos al mismo lugar?

7Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su deseo no se sacia. 8Porque ¿qué más tiene el sabio que el necio? ¿Qué más tiene el pobre que supo caminar entre los vivos? 9Más vale vista de ojos que deseo que pasa. Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu.

10Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe que es hombre y que no puede contender con Aquel que es más poderoso que él. 11Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre? 12Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?

Contraste entre la sabiduría y la insensatez

7Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento. 2Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón. 3Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón. 4El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría. 5Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios. 6Porque la risa del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y también esto es vanidad. 7Ciertamente la opresión hace entontecer al sabio, y las dádivas corrompen el corazón. 8Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu. 9No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios. 10Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría. 11Buena es la ciencia con herencia, y provechosa para los que ven el sol. 12Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores. 13Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció?

14En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.

15Todo esto he visto en los días de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad alarga sus días. 16No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte? 17No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo? 18Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo.

19La sabiduría fortalece al sabio más que diez poderosos que haya en una ciudad.

20Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.

21Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti; 22porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas veces.

23Todas estas cosas probé con sabiduría, diciendo: Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de mí. 24Lejos está lo que fue; y lo muy profundo, ¿quién lo hallará? 25Me volví y fijé mi corazón para saber y examinar e inquirir la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad de la insensatez y el desvarío del error. 26Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará en ella preso. 27He aquí que esto he hallado, dice el Predicador, pesando las cosas una por una para hallar la razón; 28lo que aún busca mi alma, y no lo encuentra: un hombre entre mil he hallado, pero mujer entre todas estas nunca hallé. 29He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones.

8¿Quién como el sabio? ¿y quién como el que sabe la declaración de las cosas? La sabiduría del hombre ilumina su rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará.

2Te aconsejo que guardes el mandamiento del rey y la palabra del juramento de Dios. 3No te apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que quiere. 4Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: Qué haces? 5El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio. 6Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; porque el mal del hombre es grande sobre él; 7pues no sabe lo que ha de ser; y el cuándo haya de ser, ¿quién se lo enseñará? 8No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee. 9Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que debajo del sol se hace; hay tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para mal suyo.

Desigualdades de la vida

10Asimismo he visto a los inicuos sepultados con honra; mas los que frecuentaban el lugar santo fueron luego puestos en olvido en la ciudad donde habían actuado con rectitud. Esto también es vanidad. 11Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal. 12Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia; 13y que no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días, que son como sombra; por cuanto no teme delante de la presencia de Dios.

14Hay vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad. 15Por tanto, alabé yo la alegría; que no tiene el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba y se alegre; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le concede debajo del sol.

16Yo, pues, dediqué mi corazón a conocer sabiduría, y a ver la faena que se hace sobre la tierra (porque hay quien ni de noche ni de día ve sueño en sus ojos); 17y he visto todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar la obra que debajo del sol se hace; por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá alcanzarla.

9Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios; que sea amor o que sea odio, no lo saben los hombres; todo está delante de ellos. 2Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento. 3Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los muertos. 4Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto. 5Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. 6También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.

7Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios.

8En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza.

9Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol. 10Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.

11Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos. 12Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos en la mala red, y como las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos.

13También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual me parece grande: 14una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y la asedia y levanta contra ella grandes baluartes; 15y se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra a la ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel hombre pobre. 16Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras.

17Las palabras del sabio escuchadas en quietud, son mejores que el clamor del señor entre los necios. 18Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho bien.

Excelencia de la sabiduría

10Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable. 2El corazón del sabio está a su mano derecha, mas el corazón del necio a su mano izquierda. 3Y aun mientras va el necio por el camino, le falta cordura, y va diciendo a todos que es necio. 4Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas.

5Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del príncipe: 6la necedad está colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo. 7Vi siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra. 8El que hiciere hoyo caerá en él; y al que aportillare vallado, le morderá la serpiente. 9Quien corta piedras, se hiere con ellas; el que parte leña, en ello peligra. 10Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza; pero la sabiduría es provechosa para dirigir. 11Si muerde la serpiente antes de ser encantada, de nada sirve el encantador.

12Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia ruina. 13El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo desvarío. 14El necio multiplica palabras, aunque no sabe nadie lo que ha de ser; ¿y quién le hará saber lo que después de él será? 15El trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por dónde ir a la ciudad.

16¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana! 17¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para beber! 18Por la pereza se cae la techumbre, y por la flojedad de las manos se llueve la casa. 19Por el placer se hace el banquete, y el vino alegra a los vivos; y el dinero sirve para todo. 20Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto de tu cámara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra.

11Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás. 2Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra. 3Si las nubes fueren llenas de agua, sobre la tierra la derramarán; y si el árbol cayere al sur, o al norte, en el lugar que el árbol cayere, allí quedará. 4El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará.

5Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.

6Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.

7Suave ciertamente es la luz, y agradable a los ojos ver el sol; 8pero aunque un hombre viva muchos años, y en todos ellos tenga gozo, acuérdese sin embargo que los días de las tinieblas serán muchos. Todo cuanto viene es vanidad.

Consejos para la juventud

9Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.

10Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad.

12Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; 2antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia; 3cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas; 4y las puertas de afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas; 5cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles; 6antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo; 7y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. 8Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad.

Resumen del deber del hombre

9Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios. 10Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad.

11Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor. 12Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.

13El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. 14Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.

La esposa y las hijas de Jerusalén

1Cantar de los cantares, el cual es de Salomón.(C)

2¡Oh, si él me besara con besos de su boca!

Porque mejores son tus amores que el vino.

3A más del olor de tus suaves ungüentos,

Tu nombre es como ungüento derramado;

Por eso las doncellas te aman.

4Atráeme; en pos de ti correremos.

El rey me ha metido en sus cámaras;

Nos gozaremos y alegraremos en ti;

Nos acordaremos de tus amores más que del vino;

Con razón te aman.

5Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable

Como las tiendas de Cedar,

Como las cortinas de Salomón.

6No reparéis en que soy morena,

Porque el sol me miró.

Los hijos de mi madre se airaron contra mí;

Me pusieron a guardar las viñas;

Y mi viña, que era mía, no guardé.

7Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma,

Dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía;

Pues ¿por qué había de estar yo como errante

Junto a los rebaños de tus compañeros?

8Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres,

Ve, sigue las huellas del rebaño,

Y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.

La esposa y el esposo

9A yegua de los carros de Faraón

Te he comparado, amiga mía.

10Hermosas son tus mejillas entre los pendientes,

Tu cuello entre los collares.

11Zarcillos de oro te haremos,

Tachonados de plata.

12Mientras el rey estaba en su reclinatorio,

Mi nardo dio su olor.

13Mi amado es para mí un manojito de mirra,

Que reposa entre mis pechos.

14Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi

Es para mí mi amado.

15He aquí que tú eres hermosa, amiga mía;

He aquí eres bella; tus ojos son como palomas.

16He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce;

Nuestro lecho es de flores.

17Las vigas de nuestra casa son de cedro,

Y de ciprés los artesonados.

2Yo soy la rosa de Sarón,

Y el lirio de los valles.

2Como el lirio entre los espinos,

Así es mi amiga entre las doncellas.

3Como el manzano entre los árboles silvestres,

Así es mi amado entre los jóvenes;

Bajo la sombra del deseado me senté,

Y su fruto fue dulce a mi paladar.

4Me llevó a la casa del banquete,

Y su bandera sobre mí fue amor.

5Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas;

Porque estoy enferma de amor.

6Su izquierda esté debajo de mi cabeza,

Y su derecha me abrace.

7Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,

Por los corzos y por las ciervas del campo,

Que no despertéis ni hagáis velar al amor,

Hasta que quiera.

8¡La voz de mi amado! He aquí él viene

Saltando sobre los montes,

Brincando sobre los collados.

9Mi amado es semejante al corzo,

O al cervatillo.

Helo aquí, está tras nuestra pared,

Mirando por las ventanas,

Atisbando por las celosías.

10Mi amado habló, y me dijo:

Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.

11Porque he aquí ha pasado el invierno,

Se ha mudado, la lluvia se fue;

12Se han mostrado las flores en la tierra,

El tiempo de la canción ha venido,

Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.

13La higuera ha echado sus higos,

Y las vides en cierne dieron olor;

Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.

14Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes,

Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz;

Porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto.

15Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas;

Porque nuestras viñas están en cierne.

16Mi amado es mío, y yo suya;

Él apacienta entre lirios.

17Hasta que apunte el día, y huyan las sombras,

Vuélvete, amado mío; sé semejante al corzo, o como el cervatillo

Sobre los montes de Beter.

Cross references

  1. Eclesiastés 1:16 : 1 R. 4.29-31.
  2. Eclesiastés 2:8 : 1 R. 10.23-27; 2 Cr. 9.22-27.
  3. Cantares 1:1 : 1 R. 4.32.
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Todo es vana ilusión

1Éstos son los dichos del Predicador, hijo de David, que reinó en Jerusalén.

¡Vana ilusión, vana ilusión!
¡Todo es vana ilusión!
3¿Qué provecho saca el hombre
de tanto trabajar en este mundo?
4Unos nacen, otros mueren,
pero la tierra jamás cambia.
5Sale el sol, se oculta el sol,
y vuelve pronto a su lugar
para volver a salir.
6Sopla el viento hacia el sur,
y gira luego hacia el norte.
¡Gira y gira el viento!
¡Gira y vuelve a girar!
7Los ríos van todos al mar,
pero el mar nunca se llena;
y vuelven los ríos a su origen
para recorrer el mismo camino.
8No hay nadie capaz de expresar
cuánto aburren todas las cosas;
nadie ve ni oye lo suficiente
como para quedar satisfecho.
9Nada habrá que antes no haya habido;
nada se hará que antes no se haya hecho.
¡Nada hay nuevo en este mundo!

10Nunca faltará quien diga:
«¡Esto sí que es algo nuevo!»
Pero aun eso ya ha existido
siglos antes de nosotros.
11Las cosas pasadas han caído en el olvido,
y en el olvido caerán las cosas futuras
entre los que vengan después.

Experiencias del Predicador

12Yo, el Predicador, fui rey de Israel en Jerusalén, 13y me entregué de lleno a investigar y estudiar con sabiduría todo lo que se hace en este mundo. ¡Vaya carga pesada que ha puesto Dios sobre los hombres para humillarlos con ella! 14Y pude darme cuenta de que todo lo que se hace en este mundo es vana ilusión, es querer atrapar el viento.

15¡Ni se puede enderezar lo torcido, ni hacer cuentas con lo que no se tiene!

16-17Entonces me dije a mí mismo: «Aquí me tienen, hecho un gran personaje, más sabio que todos los que antes de mí reinaron en Jerusalén; entregado por completo a profundizar en la sabiduría y el conocimiento, y también en la estupidez y la necedad, tan sólo para darme cuenta de que también esto es querer atrapar el viento.» 18En realidad, a mayor sabiduría, mayores molestias; cuanto más se sabe, más se sufre.

2También me dije a mí mismo: «Ahora voy a hacer la prueba divirtiéndome; voy a darme buena vida.» ¡Pero hasta eso resultó vana ilusión! 2Y concluí que la risa es locura y que el placer de nada sirve.

3Con mi mente bajo el control de la sabiduría, quise probar el estímulo del vino, y me entregué a él para saber si eso es lo que más le conviene al hombre durante sus contados días en este mundo.

4Realicé grandes obras; me construí palacios; tuve mis propios viñedos. 5Cultivé mis propios huertos y jardines, y en ellos planté toda clase de árboles frutales. 6Construí represas de agua para regar los árboles plantados; 7compré esclavos y esclavas, y aun tuve criados nacidos en mi casa; también tuve más vacas y ovejas que cualquiera otro antes de mí en Jerusalén. 8Junté montones de oro y plata, tesoros que antes fueron de otros reyes y de otras provincias. Tuve cantores y cantoras, placeres humanos y concubina tras concubina.

9Fui un gran personaje, y llegué a tener más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Además de eso, la sabiduría no me abandonaba. 10Nunca me negué ningún deseo; jamás me negué ninguna diversión. Gocé de corazón con todos mis trabajos, y ese gozo fue mi recompensa.

11Me puse luego a considerar mis propias obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y me di cuenta de que todo era vana ilusión, un querer atrapar el viento, y de que no hay nada de provecho en este mundo.

12Después me puse a reflexionar sobre la sabiduría, la estupidez y la necedad: ¿Qué más podrá hacer el que reine después de mí, sino lo que ya antes ha sido hecho? 13Y encontré que es más provechosa la sabiduría que la necedad, así como es más provechosa la luz que la oscuridad.

14El sabio usa bien los ojos, pero el necio anda a oscuras. Sin embargo, me di cuenta de que a todos les espera lo mismo, 15y me dije: «Lo que le espera al necio también me espera a mí, así que de nada me sirve tanta sabiduría. ¡Hasta eso es vana ilusión! 16Porque nunca nadie se acordará ni del sabio ni del necio; con el correr del tiempo todo se olvida, y sabios y necios mueren por igual.»

17Llegué a odiar la vida, pues todo lo que se hace en este mundo resultaba en contra mía. Realmente, todo es vana ilusión, ¡es querer atrapar el viento! 18Llegué a odiar también todo el trabajo que había realizado en este mundo, pues todo ello tendría que dejárselo a mi sucesor. 19Y una cosa era segura: que él, ya fuera sabio o necio, se adueñaría de todo lo que con tanto trabajo y sabiduría logré alcanzar en este mundo. ¡Y esto también es vana ilusión!

20Al ver lo que yo había hecho en este mundo, lamenté haber trabajado tanto, 21pues hay quien pone sabiduría, conocimientos y experiencia en su trabajo, tan sólo para dejárselo todo a quien no trabajó para obtenerlo. ¡Y también esto es vana ilusión y una gran injusticia!

22En fin, ¿qué saca el hombre de tanto trabajar y de tanto preocuparse en este mundo? 23Toda su vida es de sufrimientos, es una carga molesta; ni siquiera de noche descansa su mente. ¡Y esto también es vana ilusión!

24Lo mejor que puede hacer el hombre es comer y beber, y disfrutar del fruto de su trabajo, pues he encontrado que también esto viene de parte de Dios. 25Porque, ¿quién puede comer, o gozar, si no es por él? 26De hecho, Dios da sabiduría, conocimiento y alegría a quien él mira con buenos ojos; pero al que peca le deja la carga de prosperar y amontonar tesoros para luego dárselos a quien él mira con buenos ojos. ¡También esto es vana ilusión y querer atrapar el viento!

Todo tiene su tiempo

3En este mundo todo tiene su hora; hay un momento para todo cuanto ocurre:

2Un momento para nacer,
y un momento para morir.
Un momento para plantar,
y un momento para arrancar lo plantado.
3Un momento para matar,
y un momento para curar.
Un momento para destruir,
y un momento para construir.
4Un momento para llorar,
y un momento para reír.
Un momento para estar de luto,
y un momento para estar de fiesta.
5Un momento para esparcir piedras,
y un momento para recogerlas.
Un momento para abrazarse,
y un momento para separarse.
6Un momento para intentar,
y un momento para desistir.
Un momento para guardar,
y un momento para tirar.
7Un momento para rasgar,
y un momento para coser.
Un momento para callar,
y un momento para hablar.
8Un momento para el amor,
y un momento para el odio.
Un momento para la guerra,
y un momento para la paz.

9¿Qué provecho saca el hombre de tanto trabajar? 10Me doy cuenta de la carga que Dios ha puesto sobre los hombres para humillarlos con ella. 11Él, en el momento preciso, todo lo hizo hermoso; puso además en la mente humana la idea de lo infinito, aun cuando el hombre no alcanza a comprender en toda su amplitud lo que Dios ha hecho y lo que hará.

12Yo sé que lo mejor que puede hacer el hombre es divertirse y disfrutar de la vida, 13pues si comemos y bebemos y contemplamos los beneficios de nuestro trabajo, es porque Dios nos lo ha concedido. 14Y también sé que todo lo que Dios ha hecho permanecerá para siempre. No hay nada que añadirle ni nada que quitarle; Dios lo ha hecho así, para que ante él se guarde reverencia. 15Nada existe que no haya existido antes, y nada existirá que no exista ya. Dios hace que el pasado se repita.

Injusticias de la vida

16He podido ver también que en este mundo hay corrupción y maldad donde debiera haber justicia y rectitud. 17Por lo tanto digo que Dios juzgará al hombre honrado y al malvado, porque hay un momento para todo lo que ocurre y para todo lo que se hace.

18También digo, en cuanto a la conducta humana, que Dios está poniendo a prueba a los hombres para que se den cuenta de que también ellos son como animales. 19En realidad, hombres y animales tienen el mismo destino: unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo para todos. Nada de más tiene el hombre que el animal: todo es vana ilusión, 20y todos paran en el mismo lugar; del polvo fueron hechos todos, y al polvo todos volverán. 21¿Quién puede asegurar que el espíritu del hombre sube a las alturas de los cielos, y que el espíritu del animal baja a las profundidades de la tierra? 22Me he dado cuenta de que no hay nada mejor para el hombre que disfrutar de su trabajo, pues eso es lo que le ha tocado, ya que nadie lo traerá a que vea lo que habrá de ocurrir después de su muerte.

4Dirigí luego mi atención a los actos de opresión que se cometen en este mundo. Y vi que los oprimidos lloran, pero no hay quien los consuele; sus opresores les hacen violencia, pero no hay quien los consuele. 2Por eso consideré más felices a los que ya han muerto que a los que aún viven; 3aunque en mejores condiciones que estos dos están los que aún no han nacido, pues todavía no han visto la maldad que se comete en este mundo.

4Vi también que el mucho trabajar y el éxito en una empresa provocan la envidia de unos contra otros, y esto también es vana ilusión y querer atrapar el viento.

5La gente dice: «El necio se cruza de brazos y se destruye a sí mismo.» 6Pero yo digo: «Más vale un puñado de descanso que dos de fatiga por querer atrapar el viento.»

7Al volverme hacia otro lado, vi otra vana ilusión en este mundo: 8un hombre solo, sin amigos ni hijos ni hermanos, que jamás se toma un momento de descanso y que nunca se cansa de contemplar sus riquezas, ni se pregunta: «¿Y para quién trabajo tanto? ¿Para qué me niego el bienestar?» Pues también esto es vana ilusión y una pesada carga.

La unión hace la fuerza

9Más valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo. 10Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta. ¡Pero ay del que cae estando solo, pues no habrá quien lo levante! 11Además, si dos se acuestan juntos, uno a otro se calientan; pero uno solo, ¿cómo va a entrar en calor? 12Uno solo puede ser vencido, pero dos podrán resistir. Y además, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente.

La sabiduría no está en la edad

13Por otra parte, más vale el joven pobre pero sabio que el rey viejo pero necio, porque éste ya no admite consejos. 14-15Aunque el joven que luego reinará en lugar de ese rey haya llegado de la cárcel al trono, o haya subido de la pobreza al reinado, he visto a la gente de este mundo darle su apoyo. 16Y aunque es incontable el pueblo sobre el cual reinará, ni a ellos ni a sus descendientes los dejará contentos. Y también esto es vana ilusión y querer atrapar el viento.

Hay que cumplir lo que se promete

5(4.17)Cuando vayas al templo de Dios, cuida tu conducta: en vez de ofrecer sacrificios como la gente tonta que no se da cuenta de que hace mal, acércate dispuesto a obedecer.

2(1)No te apresures, ni con los labios ni con el pensamiento, a hacer promesas a Dios, pues Dios está en el cielo y tú en la tierra. Por eso, habla lo menos que puedas, 3(2)porque por mucho pensar se tienen pesadillas, y por mucho hablar se dicen tonterías.

4(3)Cuando hagas una promesa a Dios, no tardes en cumplirla, porque a él no le agradan los necios. Cumple lo que prometes, 5(4)pues vale más no prometer, que prometer y no cumplir.

6(5)No permitas que tus labios te hagan pecar, y luego digas ante el enviado de Dios que lo hiciste por error. ¿Por qué hacer que Dios se enoje por lo que dices y destruya lo que has hecho? 7(6)Por lo tanto, en medio de tantas pesadillas y de tantas palabras y cosas sin sentido, tú debes mostrar reverencia hacia Dios.

Contradicciones de la vida

8(7)No te sorprendas si en algún país ves que se oprime al pobre y que se hace violencia a la justicia y al derecho, porque a un alto oficial lo encubre otro más alto, y otros más altos oficiales encubren a estos dos. 9(8)¡Y a eso se le llama progreso del país y estar el rey al servicio del campo!

10(9)El que ama el dinero, siempre quiere más; el que ama las riquezas, nunca cree tener bastante. Esto es también vana ilusión, 11(10)porque mientras más se tiene, más se gasta. ¿Y qué se gana con tener, aparte de contemplar lo que se tiene? 12(11)El que trabaja, coma poco o mucho, siempre duerme a gusto; al rico, en cambio, sus riquezas no lo dejan dormir.

13(12)Una cosa realmente lamentable he visto en este mundo: que el amontonar riquezas va en perjuicio de su dueño, 14(13)pues un mal negocio puede acabar con toda esa riqueza, y si él tiene un hijo, ya no tendrá después nada que dejarle. 15(14)Y tal como vino a este mundo, así se irá: tan desnudo como cuando nació, y sin llevarse nada del fruto de su trabajo. 16(15)Esto es realmente lamentable: que tal como vino al mundo, así también se irá. ¿Y qué sacó de tanto trabajar para nada? 17(16)Para colmo, toda su vida se la pasó en tinieblas, y con muchas molestias, dolores y resentimientos.

18(17)He encontrado que lo mejor y más agradable es comer y beber, y disfrutar del fruto de tanto trabajar en este mundo durante la corta vida que Dios nos da, pues eso es lo que nos ha tocado. 19(18)Por otra parte, a todo aquel a quien Dios da abundantes riquezas, le da también la facultad de comer de ellas y de tomar lo que le corresponde, pues el disfrutar de tanto trabajo viene de parte de Dios. 20(19)Y como Dios le llena de alegría el corazón, no se preocupa mucho por el curso de su vida.

6En este mundo hay otro mal muy común entre los hombres, según he podido ver: 2Dios les da a algunos abundantes riquezas y esplendor, y nunca les falta nada de lo que desean; pero no les permite gozar de todo ello, sino que otros lo disfrutan. ¡Esto es también una ilusión vana y realmente lamentable! 3Un hombre puede tener cien hijos y vivir muchos años; pero por mucho que viva, si no disfruta completamente de lo bueno, y si ni siquiera recibe sepultura, yo sostengo que un niño abortado vale más que ese hombre. 4Pues aunque ese niño se pierda en la nada, en la oscuridad, donde su nombre quedará ignorado, 5y aunque no llegue a ver el sol ni a saber nada, al menos habrá tenido más descanso que aquel hombre, 6el cual podría haber vivido dos mil años y, sin embargo, no disfrutar de sus bienes. Y al fin de cuentas, ¡todos van al mismo lugar!

7El hombre trabaja y trabaja para comer, pero nunca queda satisfecho. 8¿Qué tiene el sabio que no tenga el necio, a no ser sus conocimientos para hacerle frente a la vida?

9Vale más lo que uno ve que lo que se imagina. Pero también esto es vana ilusión, es querer atrapar el viento. 10Lo que ahora existe, hace mucho que recibió su nombre, y se sabe cuál es. Nadie puede luchar con quien es más poderoso que él. 11Una cosa es cierta: donde abundan las palabras, abundan los disparates; y nada se gana con eso. 12De hecho, nadie sabe lo que es mejor para el hombre durante los contados días de esta vana ilusión que es su vida. Sus días pasarán como una sombra, ¿y quién podrá decirle lo que ha de ocurrir en este mundo después de su muerte?

Hay que atender a lo más importante

7Vale más la buena fama
que el buen perfume.

Vale más el día en que se muere
que el día en que se nace.

2Vale más ir a un funeral
que ir a divertirse;
pues la muerte es el fin de todo hombre,
y los que viven debieran recordarlo.

3Vale más llorar que reír,
pues podrá hacerle mal al semblante
pero le hace bien al corazón.

4El sabio piensa en la muerte,
pero el necio, en ir a divertirse.

5Vale más oír reprensiones de sabios
que alabanzas de necios.

6Las risas del necio se parecen
al crujir de las zarzas en el fuego,
y también son vana ilusión.

7La violencia entorpece al sabio,
y el soborno corrompe su carácter.

8Vale más terminar un asunto
que comenzarlo.

Vale más ser paciente
que valiente.

9No te dejes llevar por el enojo, porque el enojo es propio de gente necia.

10Nunca te preguntes por qué todo tiempo pasado fue mejor, pues ésa no es una pregunta inteligente.

11Buena y provechosa es la sabiduría para los que viven en este mundo, si además va acompañada de una herencia. 12Porque la sabiduría protege lo mismo que el dinero, pero la sabiduría tiene la ventaja de darle vida al sabio.

13Fíjate bien en lo que Dios ha hecho: ¿quién podrá enderezar lo que él ha torcido? 14Cuando te vaya bien, disfruta ese bienestar; pero cuando te vaya mal, ponte a pensar que lo uno y lo otro son cosa de Dios, y que el hombre nunca sabe lo que ha de traerle el futuro.

15Todo esto he visto durante esta vana ilusión que es mi vida: hombres buenos que mueren a pesar de su bondad, y malvados que a pesar de su maldad viven muchos años.

16No hay que pasarse de bueno,
ni tampoco pasarse de listo.
¿Para qué arruinarse uno mismo?

17No hay que pasarse de malo,
ni tampoco pasarse de tonto.
¿Para qué morir antes de tiempo?

18Lo mejor es agarrar bien esto
sin soltar de la mano aquello.

El que honra a Dios
saldrá bien de todas estas cosas.

19Da más fuerza la sabiduría al sabio,
que diez gobernantes a una ciudad.

20Sin embargo, no hay nadie en la tierra tan perfecto que haga siempre el bien y nunca peque.

21No hagas caso de todo lo que se dice, y así no oirás cuando tu siervo hable mal de ti. 22Aunque también tú, y lo sabes muy bien, muchas veces has hablado mal de otros.

Búsqueda de la sabiduría

23Todo esto lo examiné con sabiduría, pues me había propuesto ser sabio; pero estaba fuera de mi alcance. 24¡Fuera de mi alcance está todo lo que existe! ¡Es demasiado profundo y nadie puede comprenderlo!

25Me dediqué entonces a adquirir conocimientos, y a estudiar y buscar algunas sabias conclusiones. Y pude darme cuenta de que es malo ser necio, y una locura ser estúpido.

26He encontrado algo que es más amargo que la muerte: la mujer que tiende trampas con el corazón y aprisiona con los brazos. El que agrada a Dios escapará de ella, pero el pecador caerá en sus redes.

27En mi intento de encontrar la razón de las cosas, yo, el Predicador, he hallado lo siguiente: 28¡que todavía no he dado con lo que realmente busco! He encontrado un hombre entre mil, pero ni una sola mujer entre todas ellas. 29Solamente he encontrado lo siguiente: que Dios hizo perfecto al hombre, pero éste se ha complicado la vida.

8¿Quién puede compararse al sabio? ¿Quién conoce el sentido de las cosas? La sabiduría ilumina la cara del hombre; hace que cambie su duro semblante.

La obediencia al rey

2Cumple las órdenes del rey, pues así lo has jurado ante Dios. 3No salgas de su presencia con demasiada rapidez. No tomes parte en asuntos malvados, porque él puede hacer lo que se le antoje. 4La palabra del rey tiene autoridad final, y nadie puede pedirle cuenta de sus actos.

5Al que cumple una orden, no le pasará nada malo, y el que es sabio entiende cuándo y cómo debe cumplirla. 6En realidad, hay un momento y un modo de hacer todo lo que se hace, pero el gran problema del hombre 7es que nunca sabe lo que va a suceder, ni hay nadie que se lo pueda advertir.

Nadie tiene poder sobre la vida y la muerte

8No hay quien tenga poder sobre la vida, como para retenerla, ni hay tampoco quien tenga poder sobre la muerte. No hay quien escape de esta batalla. Al malvado no lo salvará su maldad.

9Todo esto he visto al entregarme de lleno a conocer lo que se hace en este mundo y el poder que el hombre tiene de hacer daño a sus semejantes.

Hay cosas que no tienen sentido

10También he visto que a gente malvada, que se mantuvo alejada del lugar santo, la alaban el día de su entierro; y en la ciudad donde cometió su maldad, nadie después lo recuerda. Y esto no tiene sentido, 11porque al no ejecutarse en seguida la sentencia para castigar la maldad, se provoca que el hombre sólo piense en hacer lo malo. 12¡Así resulta que el que peca y sigue pecando vive muchos años! (Lo que yo sabía es que a los que honran a Dios y guardan reverencia ante él, les va bien; 13y que, por el contrario, a los malvados les va mal y su vida pasa como una sombra porque no muestran reverencia ante Dios.) 14Y así se da en este mundo el caso sin sentido de hombres buenos que sufren como si fueran malos, y de hombres malos que gozan como si fueran buenos. ¡Yo digo que tampoco esto tiene sentido!

15Por eso, me declaro en favor de la alegría. Y lo mejor que puede hacer el hombre en este mundo es comer, beber y divertirse, porque eso es lo único que le queda de su trabajo en los días de vida que Dios le da en este mundo.

16Mientras más me entregué a aprender y a saber y a observar todo lo que se hace en este mundo —llega un momento en que no puede uno dormir a ninguna hora—, 17más cuenta me di de que el hombre no puede comprender lo que Dios hace ni lo que ocurre en este mundo. Por más que luche buscando la respuesta, no la encontrará; aun cuando el sabio diga conocerla, en realidad no ha podido encontrarla.

Consideraciones sobre la vida y la muerte

9A todo esto me he entregado de lleno, tan sólo para descubrir que las obras de buenos y de sabios están en las manos de Dios. Nada sabe el hombre del amor ni del odio, aun cuando los tenga ante sus ojos. 2Al fin y al cabo, a todos les espera lo mismo: al justo y al injusto, al bueno y al malo, al puro y al impuro, al que ofrece sacrificios y al que no los ofrece; lo mismo al bueno que al pecador, al que hace juramentos y al que no los hace.

3Esto es lo malo de todo lo que pasa en este mundo: que a todos les espera lo mismo. Por otra parte, el pensamiento del hombre está lleno de maldad; la estupidez domina su mente durante toda su vida; y al fin de cuentas, ¡al cementerio!

4Tiene más esperanza aquel a quien se concede seguir viviendo, pues vale más perro vivo que león muerto. 5Además, los que viven saben que han de morir, pero los muertos ni saben nada ni ganan nada, porque se les echa al olvido. 6Allí terminan su amor, su odio y sus pasiones, y nunca más vuelven a tomar parte en nada de lo que se hace en este mundo.

7¡Vamos, pues! Disfruta del pan que comes; goza del vino que bebes, porque a Dios le han agradado tus acciones. 8Vístete siempre con ropas blancas; ponte siempre perfume en la cabeza. 9Goza de la vida con la mujer amada, cada instante de esta vida sin sentido que Dios te ha dado en este mundo; eso es lo único que sacarás de tanto trabajar en este mundo. 10Y todo lo que esté en tu mano hacer, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro, que es donde irás a parar, no se hace nada ni se piensa nada, ni hay conocimientos ni sabiduría.

Injusticias de la vida

11En este mundo he visto algo más: que no son los veloces los que ganan la carrera, ni los valientes los que ganan la batalla; que no siempre los sabios tienen pan, ni los inteligentes son ricos, ni los instruidos son bien recibidos; todos ellos dependen de un momento de suerte. 12Por otra parte, nunca sabe nadie cuándo le llegará su hora: así como los peces quedan atrapados en la red y las aves en la trampa, así también el hombre, cuando menos lo espera, se ve atrapado en un mal momento.

13También he visto en este mundo algo que me parece encerrar una gran enseñanza: 14una ciudad pequeña, con pocos habitantes, es atacada por un rey poderoso que levanta alrededor de ella una gran maquinaria de ataque. 15Y en la ciudad vive un hombre pobre, pero sabio, que con su sabiduría podría salvar a la ciudad, ¡y nadie se acuerda de él!

Por sobre todas las cosas, sabiduría

16Sin embargo, yo afirmo que vale más ser sabio que valiente, aun cuando la sabiduría del hombre pobre no sea tomada en cuenta ni se preste atención a lo que dice.

17Más se oyen las palabras tranquilas de los sabios
que el griterío del rey de los necios.
18Vale más la sabiduría
que las armas de guerra.

Un solo error
causa grandes destrozos.

10Una mosca muerta apesta
y echa a perder el buen perfume.

Cuenta más la tontería más ligera
que la sabiduría más respetable.

2La mente del sabio se inclina al bien,
pero la del necio se inclina al mal.

3El necio, en todo lo que hace,
muestra la pobreza de sus ideas,
aun cuando vaya diciendo
que los necios son los demás.

4Si el que gobierna se enoja contigo,
no pierdas la cabeza;
el remedio para los grandes errores
es tomar las cosas con calma.

5Me he dado cuenta de un error que se comete en este mundo, y que tiene su origen en los propios gobernantes: 6que al necio se le da un alto cargo, mientras que la gente que vale ocupa puestos humildes. 7He visto esclavos andar a caballo, y príncipes andar a pie como si fueran esclavos.

8El que hace el hoyo,
en él se cae.

Al que rompe el muro,
la serpiente lo muerde.

9El que labra piedras,
se lastima con ellas.

El que parte leña,
corre el riesgo de cortarse.

10Si el hacha se desafila
y no se la vuelve a afilar,
habrá que golpear con más fuerza.

Vale más hacer las cosas bien y con sabiduría.

11¿De qué sirve un encantador,
si la serpiente muerde antes de ser encantada?

12Las palabras del sabio le atraen simpatías,
pero las del necio son su propia ruina:
13comienza diciendo puras tonterías,
y acaba diciendo las peores estupideces.
14¡Al necio no le faltan las palabras!

¿Quién puede decir lo que ha de suceder,
si nadie sabe nada del futuro?

15Tanto se mata el necio trabajando,
que no sabe ni el camino a la ciudad.

16¡Ay del país que tiene por rey a un chiquillo,
y en el que sus príncipes
amanecen en banquetes!

17¡Dichoso el país que tiene un rey honorable,
y en el que los gobernantes
comen a la hora debida,
para reponer sus fuerzas
y no para emborracharse!

18Al holgazán se le cae el techo;
al que no hace nada, toda la casa.

19El pan es para disfrutarlo,
y el vino para gozar de la vida;
mas para eso hace falta dinero.

20No critiques al rey
ni siquiera con el pensamiento.

No hables mal del rico, aunque estés a solas,
porque las aves vuelan y pueden ir a contárselo.

11Echa tu pan al agua;
después de algún tiempo lo encontrarás.

2Comparte lo que tienes lo más que puedas,
pues no sabes el mal que puede venir sobre el país.

3Si las nubes están cargadas,
la lluvia cae sobre la tierra.

Caiga el árbol al norte
o caiga el árbol al sur,
en el lugar donde caiga
allí se habrá de quedar.

4El que mira al viento, no siembra,
y el que mira a las nubes, no cosecha.

5Así como no sabes por dónde va el viento, ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, tampoco sabes nada de lo que hace Dios, creador de todas las cosas.

6Siembra tu semilla por la mañana, y por la tarde siémbrala también, porque nunca se sabe qué va a resultar mejor, si la primera siembra o la segunda, o si las dos prosperarán.

7Muy agradable es la luz, y es bueno que los ojos vean el sol; 8pero aunque uno viva muchos años y disfrute de todos ellos, debe recordar que los días de oscuridad serán muchos, y que todo lo que está por venir es vana ilusión.

Consejos a los jóvenes

9Diviértete, joven, ahora que estás lleno de vida; disfruta de lo bueno ahora que puedes. Déjate llevar por los impulsos de tu corazón y por todo lo que ves, pero recuerda que de todo ello Dios te pedirá cuentas. 10Aleja de tu mente las preocupaciones y echa fuera de ti el sufrimiento, porque aun los mejores días de la juventud son vana ilusión.

12Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven y que aún no han llegado los tiempos difíciles; ya vendrán años en que digas: «No me trae ningún placer vivirlos.» 2Hazlo ahora, cuando aún no se apaga la luz del sol, de la luna y de las estrellas, y cuando aún hay nubes después de la lluvia. 3Llegará un día en que tiemblen los guardianes del palacio y se doblen los valientes; quedarán tan pocas molineras, que dejarán de moler; las que miran por las ventanas, comenzarán a perder la vista. 4Cuando llegue ese día, se cerrarán las puertas que dan a la calle; el ruido del molino se irá apagando; las aves dejarán oír su canto, pero las canciones dejarán de oírse; 5la altura causará miedo, y en el camino habrá peligros.

El almendro comenzará a florecer,
la langosta resultará una carga
y la alcaparra no servirá para nada.
Pues el hombre va a su hogar eterno,
y en la calle se escucha ya
a los que lloran su muerte.

6Acuérdate de tu Creador ahora que aún no se ha roto el cordón de plata ni se ha hecho pedazos la olla de oro; ahora que aún no se ha roto el cántaro a la orilla de la fuente ni se ha hecho pedazos la polea del pozo. 7Después de eso el polvo volverá a la tierra, como antes fue, y el espíritu volverá a Dios, que es quien lo dio.

8Yo, el Predicador, repito:
¡Vana ilusión, vana ilusión!
¡Todo es vana ilusión!

9Y mientras más sabio llegó a ser el Predicador, más conocimientos impartió a la gente. También se dio a la tarea de estudiar gran número de proverbios, y de clasificarlos ordenadamente. 10Hizo todo lo posible por encontrar las palabras más adecuadas, para escribir convenientemente dichos verdaderos.

11Los dichos de los sabios son como aguijones, y una vez reunidos en colecciones son como estacas bien clavadas, puestas por un solo pastor. 12Lo que uno saca de ellos son grandes advertencias. El hacer muchos libros no tiene fin, y el mucho estudio cansa.

13El discurso ha terminado. Ya todo ha sido dicho. Honra a Dios y cumple sus mandamientos, porque eso es el todo del hombre. 14Dios habrá de pedirnos cuentas de todos nuestros actos, sean buenos o malos, y aunque los hayamos hecho en secreto.

Título

1El más hermoso de los poemas de Salomón.

Primer canto

Ella

2¡Dame un beso de tus labios!
Son más dulces que el vino tus caricias,
3deliciosos al olfato tus perfumes,
tu nombre es perfume derramado.
¡Por eso te aman las mujeres!

4¡Llévame pronto contigo!
¡Llévame, oh rey, a tus habitaciones!

Coro

Contigo estaremos muy alegres;
evocaremos tus caricias más que el vino.
¡Con razón te aman las mujeres!

Ella

5Mujeres de Jerusalén,
soy morena, pero hermosa;
morena como los campamentos de Quedar,
hermosa como las cortinas de Salomón.
6No se fijen en que soy morena,
ni en que el sol me ha quemado la piel.
Mis hermanos se enojaron conmigo
y me pusieron a cuidar las viñas,
¡y mi propia viña descuidé!

7Dime, amor de mi vida,
¿dónde apacientas tus rebaños?,
¿dónde los llevas a descansar al mediodía?
¿Por qué he de andar como una vagabunda,
junto a los rebaños de tus compañeros?

Coro

8Si no lo sabes tú,
hermosa entre las hermosas,
sigue las pisadas del rebaño
y apacienta tus cabritos
junto a las chozas de los pastores.

Él

9Tú eres para mí, amor mío,
cual fina yegua del carro del faraón.
10¡Qué lindas son tus mejillas
entre los pendientes!
¡Qué lindo es tu cuello
entre los collares de perlas!
11¡Te haremos pendientes de oro
con incrustaciones de plata!

Ella

12Mientras el rey se sienta a la mesa,
mi nardo esparce su fragancia.

13Mi amado es para mí como el saquito de mirra
que está siempre entre mis pechos.
14Mi amado es para mí como flor de alheña
en los viñedos de En-gadi.

Él

15¡Qué hermosa eres, amor mío,
qué hermosa eres!
¡Tus ojos son dos palomas!

Ella

16¡Qué hermoso eres, amor mío,
qué hermoso eres!

Él

¡La verde hierba es nuestro lecho!
17Los cedros son las vigas de la casa,
y los cipreses, el techo que nos cubre.

Ella

2Soy la flor de los llanos de Sarón,
soy la rosa de los valles.

Él

2Mi amada es, entre las mujeres,
como una rosa entre los espinos.

Ella

3Mi amado es, entre los hombres,
como un manzano entre los árboles del bosque.

¡Qué agradable es sentarme a su sombra!
¡Qué dulce me sabe su fruta!
4Me llevó a la sala de banquetes
y sus miradas para mí fueron de amor.

5¡Reanímenme con tortas de pasas,
aliméntenme con manzanas,
porque me muero de amor!
6¡Que ponga él su izquierda bajo mi cabeza,
y que con su derecha me abrace!

Él

7Prométanme, mujeres de Jerusalén,
por las gacelas y cervatillas del bosque,
no interrumpir el sueño de mi amor.
¡Déjenla dormir hasta que quiera despertar!

Segundo canto

Ella

8¡Ya viene mi amado!
¡Ya escucho su voz!
Viene saltando sobre los montes,
viene saltando por las colinas.
9Mi amado es como un venado:
como un venado pequeño.
¡Aquí está ya, tras la puerta,
asomándose a la ventana,
espiando a través de la reja!

10Mi amado me dijo:
«Levántate, amor mío;
anda, cariño, vamos.
11¡Mira! El invierno ha pasado
y con él se han ido las lluvias.
12Ya han brotado flores en el campo,
ya ha llegado el tiempo de cantar,
ya se escucha en nuestra tierra
el arrullo de las tórtolas.
13Ya tiene higos la higuera,
y los viñedos esparcen su aroma.

»Levántate, amor mío;
anda, cariño, vamos.

14»Paloma mía, que te escondes en las rocas,
en altos y escabrosos escondites,
déjame ver tu rostro,
déjame escuchar tu voz.
¡Es tan agradable el verte!
¡Es tan dulce el escucharte!»

Los dos

15Atrapen las zorras, las zorras pequeñas
que arruinan nuestros viñedos,
nuestros viñedos en flor.

Ella

16Mi amado es mío, y yo soy suya.
Él apacienta sus rebaños entre las rosas.

17Mientras llega el día
y huyen las sombras,
vuelve, amado mío;
sé como un venado,
como un venado pequeño
por los montes escarpados.

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Todo es vanidad

1Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.

2Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. 3¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? 4Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece. 5Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. 6El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo. 7Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo. 8Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír. 9¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. 10¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. 11No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.

La experiencia del Predicador

12Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén. 13Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él. 14Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu. 15Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.

16Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría(A) sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia. 17Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu. 18Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.

2Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad. 2A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto? 3Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida. 4Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; 5me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. 6Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. 7Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. 8Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música.(B)

9Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría. 10No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena. 11Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol. 12Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho. 13Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas. 14El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro. 15Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad. 16Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio. 17Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.

18Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí. 19Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad. 20Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría. 21¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande. 22Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol? 23Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.

24No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios. 25Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo? 26Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

Todo tiene su tiempo

3Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. 2Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; 3tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; 4tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; 5tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; 6tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; 7tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; 8tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz. 9¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?

10Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. 11Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. 12Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; 13y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor. 14He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres. 15Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.

Injusticias de la vida

16Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí iniquidad. 17Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace. 18Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias. 19Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad. 20Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. 21¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra? 22Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?

4Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador. 2Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía. 3Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen.

4He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

5El necio cruza sus manos y come su misma carne.

6Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu.

7Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol. 8Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.

9Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. 10Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. 11También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? 12Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.

13Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos; 14porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre. 15Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquel. 16No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.

La insensatez de hacer votos a la ligera

5Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. 2No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.

3Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.

4Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. 5Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. 6No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?

7Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios.

La vanidad de la vida

8Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos. 9Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está sujeto a los campos.

10El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad. 11Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?

12Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia.

13Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal; 14las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano. 15Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano. 16Este también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano? 17Además de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y dolor y miseria.

18He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte. 19Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios. 20Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón.

6Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: 2El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso. 3Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un abortivo es mejor que él. 4Porque este en vano viene, y a las tinieblas va, y con tinieblas su nombre es cubierto. 5Además, no ha visto el sol, ni lo ha conocido; más reposo tiene este que aquel. 6Porque si aquel viviere mil años dos veces, sin gustar del bien, ¿no van todos al mismo lugar?

7Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su deseo no se sacia. 8Porque ¿qué más tiene el sabio que el necio? ¿Qué más tiene el pobre que supo caminar entre los vivos? 9Más vale vista de ojos que deseo que pasa. Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu.

10Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe que es hombre y que no puede contender con Aquel que es más poderoso que él. 11Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre? 12Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?

Contraste entre la sabiduría y la insensatez

7Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento. 2Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón. 3Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón. 4El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría. 5Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios. 6Porque la risa del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y también esto es vanidad. 7Ciertamente la opresión hace entontecer al sabio, y las dádivas corrompen el corazón. 8Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu. 9No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios. 10Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría. 11Buena es la ciencia con herencia, y provechosa para los que ven el sol. 12Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores. 13Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció?

14En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.

15Todo esto he visto en los días de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad alarga sus días. 16No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte? 17No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo? 18Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo.

19La sabiduría fortalece al sabio más que diez poderosos que haya en una ciudad.

20Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.

21Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti; 22porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas veces.

23Todas estas cosas probé con sabiduría, diciendo: Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de mí. 24Lejos está lo que fue; y lo muy profundo, ¿quién lo hallará? 25Me volví y fijé mi corazón para saber y examinar e inquirir la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad de la insensatez y el desvarío del error. 26Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará en ella preso. 27He aquí que esto he hallado, dice el Predicador, pesando las cosas una por una para hallar la razón; 28lo que aún busca mi alma, y no lo encuentra: un hombre entre mil he hallado, pero mujer entre todas estas nunca hallé. 29He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones.

8¿Quién como el sabio? ¿y quién como el que sabe la declaración de las cosas? La sabiduría del hombre ilumina su rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará.

2Te aconsejo que guardes el mandamiento del rey y la palabra del juramento de Dios. 3No te apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que quiere. 4Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: Qué haces? 5El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio. 6Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; porque el mal del hombre es grande sobre él; 7pues no sabe lo que ha de ser; y el cuándo haya de ser, ¿quién se lo enseñará? 8No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee. 9Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que debajo del sol se hace; hay tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para mal suyo.

Desigualdades de la vida

10Asimismo he visto a los inicuos sepultados con honra; mas los que frecuentaban el lugar santo fueron luego puestos en olvido en la ciudad donde habían actuado con rectitud. Esto también es vanidad. 11Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal. 12Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia; 13y que no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días, que son como sombra; por cuanto no teme delante de la presencia de Dios.

14Hay vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad. 15Por tanto, alabé yo la alegría; que no tiene el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba y se alegre; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le concede debajo del sol.

16Yo, pues, dediqué mi corazón a conocer sabiduría, y a ver la faena que se hace sobre la tierra (porque hay quien ni de noche ni de día ve sueño en sus ojos); 17y he visto todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar la obra que debajo del sol se hace; por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá alcanzarla.

9Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios; que sea amor o que sea odio, no lo saben los hombres; todo está delante de ellos. 2Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento. 3Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los muertos. 4Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto. 5Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. 6También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.

7Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios.

8En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza.

9Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol. 10Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.

11Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos. 12Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos en la mala red, y como las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos.

13También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual me parece grande: 14una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y la asedia y levanta contra ella grandes baluartes; 15y se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra a la ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel hombre pobre. 16Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras.

17Las palabras del sabio escuchadas en quietud, son mejores que el clamor del señor entre los necios. 18Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho bien.

Excelencia de la sabiduría

10Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable. 2El corazón del sabio está a su mano derecha, mas el corazón del necio a su mano izquierda. 3Y aun mientras va el necio por el camino, le falta cordura, y va diciendo a todos que es necio. 4Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas.

5Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del príncipe: 6la necedad está colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo. 7Vi siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra. 8El que hiciere hoyo caerá en él; y al que aportillare vallado, le morderá la serpiente. 9Quien corta piedras, se hiere con ellas; el que parte leña, en ello peligra. 10Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza; pero la sabiduría es provechosa para dirigir. 11Si muerde la serpiente antes de ser encantada, de nada sirve el encantador.

12Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia ruina. 13El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo desvarío. 14El necio multiplica palabras, aunque no sabe nadie lo que ha de ser; ¿y quién le hará saber lo que después de él será? 15El trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por dónde ir a la ciudad.

16¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana! 17¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para beber! 18Por la pereza se cae la techumbre, y por la flojedad de las manos se llueve la casa. 19Por el placer se hace el banquete, y el vino alegra a los vivos; y el dinero sirve para todo. 20Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto de tu cámara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra.

11Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás. 2Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra. 3Si las nubes fueren llenas de agua, sobre la tierra la derramarán; y si el árbol cayere al sur, o al norte, en el lugar que el árbol cayere, allí quedará. 4El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará.

5Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.

6Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.

7Suave ciertamente es la luz, y agradable a los ojos ver el sol; 8pero aunque un hombre viva muchos años, y en todos ellos tenga gozo, acuérdese sin embargo que los días de las tinieblas serán muchos. Todo cuanto viene es vanidad.

Consejos para la juventud

9Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.

10Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad.

12Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; 2antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia; 3cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas; 4y las puertas de afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas; 5cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles; 6antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo; 7y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. 8Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad.

Resumen del deber del hombre

9Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios. 10Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad.

11Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor. 12Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.

13El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. 14Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.

La esposa y las hijas de Jerusalén

1Cantar de los cantares, el cual es de Salomón.(C)

2¡Oh, si él me besara con besos de su boca!

Porque mejores son tus amores que el vino.

3A más del olor de tus suaves ungüentos,

Tu nombre es como ungüento derramado;

Por eso las doncellas te aman.

4Atráeme; en pos de ti correremos.

El rey me ha metido en sus cámaras;

Nos gozaremos y alegraremos en ti;

Nos acordaremos de tus amores más que del vino;

Con razón te aman.

5Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable

Como las tiendas de Cedar,

Como las cortinas de Salomón.

6No reparéis en que soy morena,

Porque el sol me miró.

Los hijos de mi madre se airaron contra mí;

Me pusieron a guardar las viñas;

Y mi viña, que era mía, no guardé.

7Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma,

Dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía;

Pues ¿por qué había de estar yo como errante

Junto a los rebaños de tus compañeros?

8Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres,

Ve, sigue las huellas del rebaño,

Y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.

La esposa y el esposo

9A yegua de los carros de Faraón

Te he comparado, amiga mía.

10Hermosas son tus mejillas entre los pendientes,

Tu cuello entre los collares.

11Zarcillos de oro te haremos,

Tachonados de plata.

12Mientras el rey estaba en su reclinatorio,

Mi nardo dio su olor.

13Mi amado es para mí un manojito de mirra,

Que reposa entre mis pechos.

14Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi

Es para mí mi amado.

15He aquí que tú eres hermosa, amiga mía;

He aquí eres bella; tus ojos son como palomas.

16He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce;

Nuestro lecho es de flores.

17Las vigas de nuestra casa son de cedro,

Y de ciprés los artesonados.

2Yo soy la rosa de Sarón,

Y el lirio de los valles.

2Como el lirio entre los espinos,

Así es mi amiga entre las doncellas.

3Como el manzano entre los árboles silvestres,

Así es mi amado entre los jóvenes;

Bajo la sombra del deseado me senté,

Y su fruto fue dulce a mi paladar.

4Me llevó a la casa del banquete,

Y su bandera sobre mí fue amor.

5Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas;

Porque estoy enferma de amor.

Cross references

  1. Eclesiastés 1:16 : 1 R. 4.29-31.
  2. Eclesiastés 2:8 : 1 R. 10.23-27; 2 Cr. 9.22-27.
  3. Cantares 1:1 : 1 R. 4.32.
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Todo es vana ilusión

1Éstos son los dichos del Predicador, hijo de David, que reinó en Jerusalén.

¡Vana ilusión, vana ilusión!
¡Todo es vana ilusión!
3¿Qué provecho saca el hombre
de tanto trabajar en este mundo?
4Unos nacen, otros mueren,
pero la tierra jamás cambia.
5Sale el sol, se oculta el sol,
y vuelve pronto a su lugar
para volver a salir.
6Sopla el viento hacia el sur,
y gira luego hacia el norte.
¡Gira y gira el viento!
¡Gira y vuelve a girar!
7Los ríos van todos al mar,
pero el mar nunca se llena;
y vuelven los ríos a su origen
para recorrer el mismo camino.
8No hay nadie capaz de expresar
cuánto aburren todas las cosas;
nadie ve ni oye lo suficiente
como para quedar satisfecho.
9Nada habrá que antes no haya habido;
nada se hará que antes no se haya hecho.
¡Nada hay nuevo en este mundo!

10Nunca faltará quien diga:
«¡Esto sí que es algo nuevo!»
Pero aun eso ya ha existido
siglos antes de nosotros.
11Las cosas pasadas han caído en el olvido,
y en el olvido caerán las cosas futuras
entre los que vengan después.

Experiencias del Predicador

12Yo, el Predicador, fui rey de Israel en Jerusalén, 13y me entregué de lleno a investigar y estudiar con sabiduría todo lo que se hace en este mundo. ¡Vaya carga pesada que ha puesto Dios sobre los hombres para humillarlos con ella! 14Y pude darme cuenta de que todo lo que se hace en este mundo es vana ilusión, es querer atrapar el viento.

15¡Ni se puede enderezar lo torcido, ni hacer cuentas con lo que no se tiene!

16-17Entonces me dije a mí mismo: «Aquí me tienen, hecho un gran personaje, más sabio que todos los que antes de mí reinaron en Jerusalén; entregado por completo a profundizar en la sabiduría y el conocimiento, y también en la estupidez y la necedad, tan sólo para darme cuenta de que también esto es querer atrapar el viento.» 18En realidad, a mayor sabiduría, mayores molestias; cuanto más se sabe, más se sufre.

2También me dije a mí mismo: «Ahora voy a hacer la prueba divirtiéndome; voy a darme buena vida.» ¡Pero hasta eso resultó vana ilusión! 2Y concluí que la risa es locura y que el placer de nada sirve.

3Con mi mente bajo el control de la sabiduría, quise probar el estímulo del vino, y me entregué a él para saber si eso es lo que más le conviene al hombre durante sus contados días en este mundo.

4Realicé grandes obras; me construí palacios; tuve mis propios viñedos. 5Cultivé mis propios huertos y jardines, y en ellos planté toda clase de árboles frutales. 6Construí represas de agua para regar los árboles plantados; 7compré esclavos y esclavas, y aun tuve criados nacidos en mi casa; también tuve más vacas y ovejas que cualquiera otro antes de mí en Jerusalén. 8Junté montones de oro y plata, tesoros que antes fueron de otros reyes y de otras provincias. Tuve cantores y cantoras, placeres humanos y concubina tras concubina.

9Fui un gran personaje, y llegué a tener más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Además de eso, la sabiduría no me abandonaba. 10Nunca me negué ningún deseo; jamás me negué ninguna diversión. Gocé de corazón con todos mis trabajos, y ese gozo fue mi recompensa.

11Me puse luego a considerar mis propias obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y me di cuenta de que todo era vana ilusión, un querer atrapar el viento, y de que no hay nada de provecho en este mundo.

12Después me puse a reflexionar sobre la sabiduría, la estupidez y la necedad: ¿Qué más podrá hacer el que reine después de mí, sino lo que ya antes ha sido hecho? 13Y encontré que es más provechosa la sabiduría que la necedad, así como es más provechosa la luz que la oscuridad.

14El sabio usa bien los ojos, pero el necio anda a oscuras. Sin embargo, me di cuenta de que a todos les espera lo mismo, 15y me dije: «Lo que le espera al necio también me espera a mí, así que de nada me sirve tanta sabiduría. ¡Hasta eso es vana ilusión! 16Porque nunca nadie se acordará ni del sabio ni del necio; con el correr del tiempo todo se olvida, y sabios y necios mueren por igual.»

17Llegué a odiar la vida, pues todo lo que se hace en este mundo resultaba en contra mía. Realmente, todo es vana ilusión, ¡es querer atrapar el viento! 18Llegué a odiar también todo el trabajo que había realizado en este mundo, pues todo ello tendría que dejárselo a mi sucesor. 19Y una cosa era segura: que él, ya fuera sabio o necio, se adueñaría de todo lo que con tanto trabajo y sabiduría logré alcanzar en este mundo. ¡Y esto también es vana ilusión!

20Al ver lo que yo había hecho en este mundo, lamenté haber trabajado tanto, 21pues hay quien pone sabiduría, conocimientos y experiencia en su trabajo, tan sólo para dejárselo todo a quien no trabajó para obtenerlo. ¡Y también esto es vana ilusión y una gran injusticia!

22En fin, ¿qué saca el hombre de tanto trabajar y de tanto preocuparse en este mundo? 23Toda su vida es de sufrimientos, es una carga molesta; ni siquiera de noche descansa su mente. ¡Y esto también es vana ilusión!

24Lo mejor que puede hacer el hombre es comer y beber, y disfrutar del fruto de su trabajo, pues he encontrado que también esto viene de parte de Dios. 25Porque, ¿quién puede comer, o gozar, si no es por él? 26De hecho, Dios da sabiduría, conocimiento y alegría a quien él mira con buenos ojos; pero al que peca le deja la carga de prosperar y amontonar tesoros para luego dárselos a quien él mira con buenos ojos. ¡También esto es vana ilusión y querer atrapar el viento!

Todo tiene su tiempo

3En este mundo todo tiene su hora; hay un momento para todo cuanto ocurre:

2Un momento para nacer,
y un momento para morir.
Un momento para plantar,
y un momento para arrancar lo plantado.
3Un momento para matar,
y un momento para curar.
Un momento para destruir,
y un momento para construir.
4Un momento para llorar,
y un momento para reír.
Un momento para estar de luto,
y un momento para estar de fiesta.
5Un momento para esparcir piedras,
y un momento para recogerlas.
Un momento para abrazarse,
y un momento para separarse.
6Un momento para intentar,
y un momento para desistir.
Un momento para guardar,
y un momento para tirar.
7Un momento para rasgar,
y un momento para coser.
Un momento para callar,
y un momento para hablar.
8Un momento para el amor,
y un momento para el odio.
Un momento para la guerra,
y un momento para la paz.

9¿Qué provecho saca el hombre de tanto trabajar? 10Me doy cuenta de la carga que Dios ha puesto sobre los hombres para humillarlos con ella. 11Él, en el momento preciso, todo lo hizo hermoso; puso además en la mente humana la idea de lo infinito, aun cuando el hombre no alcanza a comprender en toda su amplitud lo que Dios ha hecho y lo que hará.

12Yo sé que lo mejor que puede hacer el hombre es divertirse y disfrutar de la vida, 13pues si comemos y bebemos y contemplamos los beneficios de nuestro trabajo, es porque Dios nos lo ha concedido. 14Y también sé que todo lo que Dios ha hecho permanecerá para siempre. No hay nada que añadirle ni nada que quitarle; Dios lo ha hecho así, para que ante él se guarde reverencia. 15Nada existe que no haya existido antes, y nada existirá que no exista ya. Dios hace que el pasado se repita.

Injusticias de la vida

16He podido ver también que en este mundo hay corrupción y maldad donde debiera haber justicia y rectitud. 17Por lo tanto digo que Dios juzgará al hombre honrado y al malvado, porque hay un momento para todo lo que ocurre y para todo lo que se hace.

18También digo, en cuanto a la conducta humana, que Dios está poniendo a prueba a los hombres para que se den cuenta de que también ellos son como animales. 19En realidad, hombres y animales tienen el mismo destino: unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo para todos. Nada de más tiene el hombre que el animal: todo es vana ilusión, 20y todos paran en el mismo lugar; del polvo fueron hechos todos, y al polvo todos volverán. 21¿Quién puede asegurar que el espíritu del hombre sube a las alturas de los cielos, y que el espíritu del animal baja a las profundidades de la tierra? 22Me he dado cuenta de que no hay nada mejor para el hombre que disfrutar de su trabajo, pues eso es lo que le ha tocado, ya que nadie lo traerá a que vea lo que habrá de ocurrir después de su muerte.

4Dirigí luego mi atención a los actos de opresión que se cometen en este mundo. Y vi que los oprimidos lloran, pero no hay quien los consuele; sus opresores les hacen violencia, pero no hay quien los consuele. 2Por eso consideré más felices a los que ya han muerto que a los que aún viven; 3aunque en mejores condiciones que estos dos están los que aún no han nacido, pues todavía no han visto la maldad que se comete en este mundo.

4Vi también que el mucho trabajar y el éxito en una empresa provocan la envidia de unos contra otros, y esto también es vana ilusión y querer atrapar el viento.

5La gente dice: «El necio se cruza de brazos y se destruye a sí mismo.» 6Pero yo digo: «Más vale un puñado de descanso que dos de fatiga por querer atrapar el viento.»

7Al volverme hacia otro lado, vi otra vana ilusión en este mundo: 8un hombre solo, sin amigos ni hijos ni hermanos, que jamás se toma un momento de descanso y que nunca se cansa de contemplar sus riquezas, ni se pregunta: «¿Y para quién trabajo tanto? ¿Para qué me niego el bienestar?» Pues también esto es vana ilusión y una pesada carga.

La unión hace la fuerza

9Más valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo. 10Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta. ¡Pero ay del que cae estando solo, pues no habrá quien lo levante! 11Además, si dos se acuestan juntos, uno a otro se calientan; pero uno solo, ¿cómo va a entrar en calor? 12Uno solo puede ser vencido, pero dos podrán resistir. Y además, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente.

La sabiduría no está en la edad

13Por otra parte, más vale el joven pobre pero sabio que el rey viejo pero necio, porque éste ya no admite consejos. 14-15Aunque el joven que luego reinará en lugar de ese rey haya llegado de la cárcel al trono, o haya subido de la pobreza al reinado, he visto a la gente de este mundo darle su apoyo. 16Y aunque es incontable el pueblo sobre el cual reinará, ni a ellos ni a sus descendientes los dejará contentos. Y también esto es vana ilusión y querer atrapar el viento.

Hay que cumplir lo que se promete

5(4.17)Cuando vayas al templo de Dios, cuida tu conducta: en vez de ofrecer sacrificios como la gente tonta que no se da cuenta de que hace mal, acércate dispuesto a obedecer.

2(1)No te apresures, ni con los labios ni con el pensamiento, a hacer promesas a Dios, pues Dios está en el cielo y tú en la tierra. Por eso, habla lo menos que puedas, 3(2)porque por mucho pensar se tienen pesadillas, y por mucho hablar se dicen tonterías.

4(3)Cuando hagas una promesa a Dios, no tardes en cumplirla, porque a él no le agradan los necios. Cumple lo que prometes, 5(4)pues vale más no prometer, que prometer y no cumplir.

6(5)No permitas que tus labios te hagan pecar, y luego digas ante el enviado de Dios que lo hiciste por error. ¿Por qué hacer que Dios se enoje por lo que dices y destruya lo que has hecho? 7(6)Por lo tanto, en medio de tantas pesadillas y de tantas palabras y cosas sin sentido, tú debes mostrar reverencia hacia Dios.

Contradicciones de la vida

8(7)No te sorprendas si en algún país ves que se oprime al pobre y que se hace violencia a la justicia y al derecho, porque a un alto oficial lo encubre otro más alto, y otros más altos oficiales encubren a estos dos. 9(8)¡Y a eso se le llama progreso del país y estar el rey al servicio del campo!

10(9)El que ama el dinero, siempre quiere más; el que ama las riquezas, nunca cree tener bastante. Esto es también vana ilusión, 11(10)porque mientras más se tiene, más se gasta. ¿Y qué se gana con tener, aparte de contemplar lo que se tiene? 12(11)El que trabaja, coma poco o mucho, siempre duerme a gusto; al rico, en cambio, sus riquezas no lo dejan dormir.

13(12)Una cosa realmente lamentable he visto en este mundo: que el amontonar riquezas va en perjuicio de su dueño, 14(13)pues un mal negocio puede acabar con toda esa riqueza, y si él tiene un hijo, ya no tendrá después nada que dejarle. 15(14)Y tal como vino a este mundo, así se irá: tan desnudo como cuando nació, y sin llevarse nada del fruto de su trabajo. 16(15)Esto es realmente lamentable: que tal como vino al mundo, así también se irá. ¿Y qué sacó de tanto trabajar para nada? 17(16)Para colmo, toda su vida se la pasó en tinieblas, y con muchas molestias, dolores y resentimientos.

18(17)He encontrado que lo mejor y más agradable es comer y beber, y disfrutar del fruto de tanto trabajar en este mundo durante la corta vida que Dios nos da, pues eso es lo que nos ha tocado. 19(18)Por otra parte, a todo aquel a quien Dios da abundantes riquezas, le da también la facultad de comer de ellas y de tomar lo que le corresponde, pues el disfrutar de tanto trabajo viene de parte de Dios. 20(19)Y como Dios le llena de alegría el corazón, no se preocupa mucho por el curso de su vida.

6En este mundo hay otro mal muy común entre los hombres, según he podido ver: 2Dios les da a algunos abundantes riquezas y esplendor, y nunca les falta nada de lo que desean; pero no les permite gozar de todo ello, sino que otros lo disfrutan. ¡Esto es también una ilusión vana y realmente lamentable! 3Un hombre puede tener cien hijos y vivir muchos años; pero por mucho que viva, si no disfruta completamente de lo bueno, y si ni siquiera recibe sepultura, yo sostengo que un niño abortado vale más que ese hombre. 4Pues aunque ese niño se pierda en la nada, en la oscuridad, donde su nombre quedará ignorado, 5y aunque no llegue a ver el sol ni a saber nada, al menos habrá tenido más descanso que aquel hombre, 6el cual podría haber vivido dos mil años y, sin embargo, no disfrutar de sus bienes. Y al fin de cuentas, ¡todos van al mismo lugar!

7El hombre trabaja y trabaja para comer, pero nunca queda satisfecho. 8¿Qué tiene el sabio que no tenga el necio, a no ser sus conocimientos para hacerle frente a la vida?

9Vale más lo que uno ve que lo que se imagina. Pero también esto es vana ilusión, es querer atrapar el viento. 10Lo que ahora existe, hace mucho que recibió su nombre, y se sabe cuál es. Nadie puede luchar con quien es más poderoso que él. 11Una cosa es cierta: donde abundan las palabras, abundan los disparates; y nada se gana con eso. 12De hecho, nadie sabe lo que es mejor para el hombre durante los contados días de esta vana ilusión que es su vida. Sus días pasarán como una sombra, ¿y quién podrá decirle lo que ha de ocurrir en este mundo después de su muerte?

Hay que atender a lo más importante

7Vale más la buena fama
que el buen perfume.

Vale más el día en que se muere
que el día en que se nace.

2Vale más ir a un funeral
que ir a divertirse;
pues la muerte es el fin de todo hombre,
y los que viven debieran recordarlo.

3Vale más llorar que reír,
pues podrá hacerle mal al semblante
pero le hace bien al corazón.

4El sabio piensa en la muerte,
pero el necio, en ir a divertirse.

5Vale más oír reprensiones de sabios
que alabanzas de necios.

6Las risas del necio se parecen
al crujir de las zarzas en el fuego,
y también son vana ilusión.

7La violencia entorpece al sabio,
y el soborno corrompe su carácter.

8Vale más terminar un asunto
que comenzarlo.

Vale más ser paciente
que valiente.

9No te dejes llevar por el enojo, porque el enojo es propio de gente necia.

10Nunca te preguntes por qué todo tiempo pasado fue mejor, pues ésa no es una pregunta inteligente.

11Buena y provechosa es la sabiduría para los que viven en este mundo, si además va acompañada de una herencia. 12Porque la sabiduría protege lo mismo que el dinero, pero la sabiduría tiene la ventaja de darle vida al sabio.

13Fíjate bien en lo que Dios ha hecho: ¿quién podrá enderezar lo que él ha torcido? 14Cuando te vaya bien, disfruta ese bienestar; pero cuando te vaya mal, ponte a pensar que lo uno y lo otro son cosa de Dios, y que el hombre nunca sabe lo que ha de traerle el futuro.

15Todo esto he visto durante esta vana ilusión que es mi vida: hombres buenos que mueren a pesar de su bondad, y malvados que a pesar de su maldad viven muchos años.

16No hay que pasarse de bueno,
ni tampoco pasarse de listo.
¿Para qué arruinarse uno mismo?

17No hay que pasarse de malo,
ni tampoco pasarse de tonto.
¿Para qué morir antes de tiempo?

18Lo mejor es agarrar bien esto
sin soltar de la mano aquello.

El que honra a Dios
saldrá bien de todas estas cosas.

19Da más fuerza la sabiduría al sabio,
que diez gobernantes a una ciudad.

20Sin embargo, no hay nadie en la tierra tan perfecto que haga siempre el bien y nunca peque.

21No hagas caso de todo lo que se dice, y así no oirás cuando tu siervo hable mal de ti. 22Aunque también tú, y lo sabes muy bien, muchas veces has hablado mal de otros.

Búsqueda de la sabiduría

23Todo esto lo examiné con sabiduría, pues me había propuesto ser sabio; pero estaba fuera de mi alcance. 24¡Fuera de mi alcance está todo lo que existe! ¡Es demasiado profundo y nadie puede comprenderlo!

25Me dediqué entonces a adquirir conocimientos, y a estudiar y buscar algunas sabias conclusiones. Y pude darme cuenta de que es malo ser necio, y una locura ser estúpido.

26He encontrado algo que es más amargo que la muerte: la mujer que tiende trampas con el corazón y aprisiona con los brazos. El que agrada a Dios escapará de ella, pero el pecador caerá en sus redes.

27En mi intento de encontrar la razón de las cosas, yo, el Predicador, he hallado lo siguiente: 28¡que todavía no he dado con lo que realmente busco! He encontrado un hombre entre mil, pero ni una sola mujer entre todas ellas. 29Solamente he encontrado lo siguiente: que Dios hizo perfecto al hombre, pero éste se ha complicado la vida.

8¿Quién puede compararse al sabio? ¿Quién conoce el sentido de las cosas? La sabiduría ilumina la cara del hombre; hace que cambie su duro semblante.

La obediencia al rey

2Cumple las órdenes del rey, pues así lo has jurado ante Dios. 3No salgas de su presencia con demasiada rapidez. No tomes parte en asuntos malvados, porque él puede hacer lo que se le antoje. 4La palabra del rey tiene autoridad final, y nadie puede pedirle cuenta de sus actos.

5Al que cumple una orden, no le pasará nada malo, y el que es sabio entiende cuándo y cómo debe cumplirla. 6En realidad, hay un momento y un modo de hacer todo lo que se hace, pero el gran problema del hombre 7es que nunca sabe lo que va a suceder, ni hay nadie que se lo pueda advertir.

Nadie tiene poder sobre la vida y la muerte

8No hay quien tenga poder sobre la vida, como para retenerla, ni hay tampoco quien tenga poder sobre la muerte. No hay quien escape de esta batalla. Al malvado no lo salvará su maldad.

9Todo esto he visto al entregarme de lleno a conocer lo que se hace en este mundo y el poder que el hombre tiene de hacer daño a sus semejantes.

Hay cosas que no tienen sentido

10También he visto que a gente malvada, que se mantuvo alejada del lugar santo, la alaban el día de su entierro; y en la ciudad donde cometió su maldad, nadie después lo recuerda. Y esto no tiene sentido, 11porque al no ejecutarse en seguida la sentencia para castigar la maldad, se provoca que el hombre sólo piense en hacer lo malo. 12¡Así resulta que el que peca y sigue pecando vive muchos años! (Lo que yo sabía es que a los que honran a Dios y guardan reverencia ante él, les va bien; 13y que, por el contrario, a los malvados les va mal y su vida pasa como una sombra porque no muestran reverencia ante Dios.) 14Y así se da en este mundo el caso sin sentido de hombres buenos que sufren como si fueran malos, y de hombres malos que gozan como si fueran buenos. ¡Yo digo que tampoco esto tiene sentido!

15Por eso, me declaro en favor de la alegría. Y lo mejor que puede hacer el hombre en este mundo es comer, beber y divertirse, porque eso es lo único que le queda de su trabajo en los días de vida que Dios le da en este mundo.

16Mientras más me entregué a aprender y a saber y a observar todo lo que se hace en este mundo —llega un momento en que no puede uno dormir a ninguna hora—, 17más cuenta me di de que el hombre no puede comprender lo que Dios hace ni lo que ocurre en este mundo. Por más que luche buscando la respuesta, no la encontrará; aun cuando el sabio diga conocerla, en realidad no ha podido encontrarla.

Consideraciones sobre la vida y la muerte

9A todo esto me he entregado de lleno, tan sólo para descubrir que las obras de buenos y de sabios están en las manos de Dios. Nada sabe el hombre del amor ni del odio, aun cuando los tenga ante sus ojos. 2Al fin y al cabo, a todos les espera lo mismo: al justo y al injusto, al bueno y al malo, al puro y al impuro, al que ofrece sacrificios y al que no los ofrece; lo mismo al bueno que al pecador, al que hace juramentos y al que no los hace.

3Esto es lo malo de todo lo que pasa en este mundo: que a todos les espera lo mismo. Por otra parte, el pensamiento del hombre está lleno de maldad; la estupidez domina su mente durante toda su vida; y al fin de cuentas, ¡al cementerio!

4Tiene más esperanza aquel a quien se concede seguir viviendo, pues vale más perro vivo que león muerto. 5Además, los que viven saben que han de morir, pero los muertos ni saben nada ni ganan nada, porque se les echa al olvido. 6Allí terminan su amor, su odio y sus pasiones, y nunca más vuelven a tomar parte en nada de lo que se hace en este mundo.

7¡Vamos, pues! Disfruta del pan que comes; goza del vino que bebes, porque a Dios le han agradado tus acciones. 8Vístete siempre con ropas blancas; ponte siempre perfume en la cabeza. 9Goza de la vida con la mujer amada, cada instante de esta vida sin sentido que Dios te ha dado en este mundo; eso es lo único que sacarás de tanto trabajar en este mundo. 10Y todo lo que esté en tu mano hacer, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro, que es donde irás a parar, no se hace nada ni se piensa nada, ni hay conocimientos ni sabiduría.

Injusticias de la vida

11En este mundo he visto algo más: que no son los veloces los que ganan la carrera, ni los valientes los que ganan la batalla; que no siempre los sabios tienen pan, ni los inteligentes son ricos, ni los instruidos son bien recibidos; todos ellos dependen de un momento de suerte. 12Por otra parte, nunca sabe nadie cuándo le llegará su hora: así como los peces quedan atrapados en la red y las aves en la trampa, así también el hombre, cuando menos lo espera, se ve atrapado en un mal momento.

13También he visto en este mundo algo que me parece encerrar una gran enseñanza: 14una ciudad pequeña, con pocos habitantes, es atacada por un rey poderoso que levanta alrededor de ella una gran maquinaria de ataque. 15Y en la ciudad vive un hombre pobre, pero sabio, que con su sabiduría podría salvar a la ciudad, ¡y nadie se acuerda de él!

Por sobre todas las cosas, sabiduría

16Sin embargo, yo afirmo que vale más ser sabio que valiente, aun cuando la sabiduría del hombre pobre no sea tomada en cuenta ni se preste atención a lo que dice.

17Más se oyen las palabras tranquilas de los sabios
que el griterío del rey de los necios.
18Vale más la sabiduría
que las armas de guerra.

Un solo error
causa grandes destrozos.

10Una mosca muerta apesta
y echa a perder el buen perfume.

Cuenta más la tontería más ligera
que la sabiduría más respetable.

2La mente del sabio se inclina al bien,
pero la del necio se inclina al mal.

3El necio, en todo lo que hace,
muestra la pobreza de sus ideas,
aun cuando vaya diciendo
que los necios son los demás.

4Si el que gobierna se enoja contigo,
no pierdas la cabeza;
el remedio para los grandes errores
es tomar las cosas con calma.

5Me he dado cuenta de un error que se comete en este mundo, y que tiene su origen en los propios gobernantes: 6que al necio se le da un alto cargo, mientras que la gente que vale ocupa puestos humildes. 7He visto esclavos andar a caballo, y príncipes andar a pie como si fueran esclavos.

8El que hace el hoyo,
en él se cae.

Al que rompe el muro,
la serpiente lo muerde.

9El que labra piedras,
se lastima con ellas.

El que parte leña,
corre el riesgo de cortarse.

10Si el hacha se desafila
y no se la vuelve a afilar,
habrá que golpear con más fuerza.

Vale más hacer las cosas bien y con sabiduría.

11¿De qué sirve un encantador,
si la serpiente muerde antes de ser encantada?

12Las palabras del sabio le atraen simpatías,
pero las del necio son su propia ruina:
13comienza diciendo puras tonterías,
y acaba diciendo las peores estupideces.
14¡Al necio no le faltan las palabras!

¿Quién puede decir lo que ha de suceder,
si nadie sabe nada del futuro?

15Tanto se mata el necio trabajando,
que no sabe ni el camino a la ciudad.

16¡Ay del país que tiene por rey a un chiquillo,
y en el que sus príncipes
amanecen en banquetes!

17¡Dichoso el país que tiene un rey honorable,
y en el que los gobernantes
comen a la hora debida,
para reponer sus fuerzas
y no para emborracharse!

18Al holgazán se le cae el techo;
al que no hace nada, toda la casa.

19El pan es para disfrutarlo,
y el vino para gozar de la vida;
mas para eso hace falta dinero.

20No critiques al rey
ni siquiera con el pensamiento.

No hables mal del rico, aunque estés a solas,
porque las aves vuelan y pueden ir a contárselo.

11Echa tu pan al agua;
después de algún tiempo lo encontrarás.

2Comparte lo que tienes lo más que puedas,
pues no sabes el mal que puede venir sobre el país.

3Si las nubes están cargadas,
la lluvia cae sobre la tierra.

Caiga el árbol al norte
o caiga el árbol al sur,
en el lugar donde caiga
allí se habrá de quedar.

4El que mira al viento, no siembra,
y el que mira a las nubes, no cosecha.

5Así como no sabes por dónde va el viento, ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, tampoco sabes nada de lo que hace Dios, creador de todas las cosas.

6Siembra tu semilla por la mañana, y por la tarde siémbrala también, porque nunca se sabe qué va a resultar mejor, si la primera siembra o la segunda, o si las dos prosperarán.

7Muy agradable es la luz, y es bueno que los ojos vean el sol; 8pero aunque uno viva muchos años y disfrute de todos ellos, debe recordar que los días de oscuridad serán muchos, y que todo lo que está por venir es vana ilusión.

Consejos a los jóvenes

9Diviértete, joven, ahora que estás lleno de vida; disfruta de lo bueno ahora que puedes. Déjate llevar por los impulsos de tu corazón y por todo lo que ves, pero recuerda que de todo ello Dios te pedirá cuentas. 10Aleja de tu mente las preocupaciones y echa fuera de ti el sufrimiento, porque aun los mejores días de la juventud son vana ilusión.

12Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven y que aún no han llegado los tiempos difíciles; ya vendrán años en que digas: «No me trae ningún placer vivirlos.» 2Hazlo ahora, cuando aún no se apaga la luz del sol, de la luna y de las estrellas, y cuando aún hay nubes después de la lluvia. 3Llegará un día en que tiemblen los guardianes del palacio y se doblen los valientes; quedarán tan pocas molineras, que dejarán de moler; las que miran por las ventanas, comenzarán a perder la vista. 4Cuando llegue ese día, se cerrarán las puertas que dan a la calle; el ruido del molino se irá apagando; las aves dejarán oír su canto, pero las canciones dejarán de oírse; 5la altura causará miedo, y en el camino habrá peligros.

El almendro comenzará a florecer,
la langosta resultará una carga
y la alcaparra no servirá para nada.
Pues el hombre va a su hogar eterno,
y en la calle se escucha ya
a los que lloran su muerte.

6Acuérdate de tu Creador ahora que aún no se ha roto el cordón de plata ni se ha hecho pedazos la olla de oro; ahora que aún no se ha roto el cántaro a la orilla de la fuente ni se ha hecho pedazos la polea del pozo. 7Después de eso el polvo volverá a la tierra, como antes fue, y el espíritu volverá a Dios, que es quien lo dio.

8Yo, el Predicador, repito:
¡Vana ilusión, vana ilusión!
¡Todo es vana ilusión!

9Y mientras más sabio llegó a ser el Predicador, más conocimientos impartió a la gente. También se dio a la tarea de estudiar gran número de proverbios, y de clasificarlos ordenadamente. 10Hizo todo lo posible por encontrar las palabras más adecuadas, para escribir convenientemente dichos verdaderos.

11Los dichos de los sabios son como aguijones, y una vez reunidos en colecciones son como estacas bien clavadas, puestas por un solo pastor. 12Lo que uno saca de ellos son grandes advertencias. El hacer muchos libros no tiene fin, y el mucho estudio cansa.

13El discurso ha terminado. Ya todo ha sido dicho. Honra a Dios y cumple sus mandamientos, porque eso es el todo del hombre. 14Dios habrá de pedirnos cuentas de todos nuestros actos, sean buenos o malos, y aunque los hayamos hecho en secreto.

Título

1El más hermoso de los poemas de Salomón.

Primer canto

Ella

2¡Dame un beso de tus labios!
Son más dulces que el vino tus caricias,
3deliciosos al olfato tus perfumes,
tu nombre es perfume derramado.
¡Por eso te aman las mujeres!

4¡Llévame pronto contigo!
¡Llévame, oh rey, a tus habitaciones!

Coro

Contigo estaremos muy alegres;
evocaremos tus caricias más que el vino.
¡Con razón te aman las mujeres!

Ella

5Mujeres de Jerusalén,
soy morena, pero hermosa;
morena como los campamentos de Quedar,
hermosa como las cortinas de Salomón.
6No se fijen en que soy morena,
ni en que el sol me ha quemado la piel.
Mis hermanos se enojaron conmigo
y me pusieron a cuidar las viñas,
¡y mi propia viña descuidé!

7Dime, amor de mi vida,
¿dónde apacientas tus rebaños?,
¿dónde los llevas a descansar al mediodía?
¿Por qué he de andar como una vagabunda,
junto a los rebaños de tus compañeros?

Coro

8Si no lo sabes tú,
hermosa entre las hermosas,
sigue las pisadas del rebaño
y apacienta tus cabritos
junto a las chozas de los pastores.

Él

9Tú eres para mí, amor mío,
cual fina yegua del carro del faraón.
10¡Qué lindas son tus mejillas
entre los pendientes!
¡Qué lindo es tu cuello
entre los collares de perlas!
11¡Te haremos pendientes de oro
con incrustaciones de plata!

Ella

12Mientras el rey se sienta a la mesa,
mi nardo esparce su fragancia.

13Mi amado es para mí como el saquito de mirra
que está siempre entre mis pechos.
14Mi amado es para mí como flor de alheña
en los viñedos de En-gadi.

Él

15¡Qué hermosa eres, amor mío,
qué hermosa eres!
¡Tus ojos son dos palomas!

Ella

16¡Qué hermoso eres, amor mío,
qué hermoso eres!

Él

¡La verde hierba es nuestro lecho!
17Los cedros son las vigas de la casa,
y los cipreses, el techo que nos cubre.

Ella

2Soy la flor de los llanos de Sarón,
soy la rosa de los valles.

Él

2Mi amada es, entre las mujeres,
como una rosa entre los espinos.

Ella

3Mi amado es, entre los hombres,
como un manzano entre los árboles del bosque.

¡Qué agradable es sentarme a su sombra!
¡Qué dulce me sabe su fruta!
4Me llevó a la sala de banquetes
y sus miradas para mí fueron de amor.

5¡Reanímenme con tortas de pasas,
aliméntenme con manzanas,
porque me muero de amor!
6¡Que ponga él su izquierda bajo mi cabeza,
y que con su derecha me abrace!

Él

7Prométanme, mujeres de Jerusalén,
por las gacelas y cervatillas del bosque,
no interrumpir el sueño de mi amor.
¡Déjenla dormir hasta que quiera despertar!

Segundo canto

Ella

8¡Ya viene mi amado!
¡Ya escucho su voz!
Viene saltando sobre los montes,
viene saltando por las colinas.
9Mi amado es como un venado:
como un venado pequeño.
¡Aquí está ya, tras la puerta,
asomándose a la ventana,
espiando a través de la reja!

10Mi amado me dijo:
«Levántate, amor mío;
anda, cariño, vamos.
11¡Mira! El invierno ha pasado
y con él se han ido las lluvias.
12Ya han brotado flores en el campo,
ya ha llegado el tiempo de cantar,
ya se escucha en nuestra tierra
el arrullo de las tórtolas.
13Ya tiene higos la higuera,
y los viñedos esparcen su aroma.

»Levántate, amor mío;
anda, cariño, vamos.

14»Paloma mía, que te escondes en las rocas,
en altos y escabrosos escondites,
déjame ver tu rostro,
déjame escuchar tu voz.
¡Es tan agradable el verte!
¡Es tan dulce el escucharte!»

Los dos

15Atrapen las zorras, las zorras pequeñas
que arruinan nuestros viñedos,
nuestros viñedos en flor.

Ella

16Mi amado es mío, y yo soy suya.
Él apacienta sus rebaños entre las rosas.

17Mientras llega el día
y huyen las sombras,
vuelve, amado mío;
sé como un venado,
como un venado pequeño
por los montes escarpados.

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Todo es vana ilusión

1Éstos son los dichos del Predicador, hijo de David, que reinó en Jerusalén.

¡Vana ilusión, vana ilusión!
¡Todo es vana ilusión!
3¿Qué provecho saca el hombre
de tanto trabajar en este mundo?
4Unos nacen, otros mueren,
pero la tierra jamás cambia.
5Sale el sol, se oculta el sol,
y vuelve pronto a su lugar
para volver a salir.
6Sopla el viento hacia el sur,
y gira luego hacia el norte.
¡Gira y gira el viento!
¡Gira y vuelve a girar!
7Los ríos van todos al mar,
pero el mar nunca se llena;
y vuelven los ríos a su origen
para recorrer el mismo camino.
8No hay nadie capaz de expresar
cuánto aburren todas las cosas;
nadie ve ni oye lo suficiente
como para quedar satisfecho.
9Nada habrá que antes no haya habido;
nada se hará que antes no se haya hecho.
¡Nada hay nuevo en este mundo!

10Nunca faltará quien diga:
«¡Esto sí que es algo nuevo!»
Pero aun eso ya ha existido
siglos antes de nosotros.
11Las cosas pasadas han caído en el olvido,
y en el olvido caerán las cosas futuras
entre los que vengan después.

Experiencias del Predicador

12Yo, el Predicador, fui rey de Israel en Jerusalén, 13y me entregué de lleno a investigar y estudiar con sabiduría todo lo que se hace en este mundo. ¡Vaya carga pesada que ha puesto Dios sobre los hombres para humillarlos con ella! 14Y pude darme cuenta de que todo lo que se hace en este mundo es vana ilusión, es querer atrapar el viento.

15¡Ni se puede enderezar lo torcido, ni hacer cuentas con lo que no se tiene!

16-17Entonces me dije a mí mismo: «Aquí me tienen, hecho un gran personaje, más sabio que todos los que antes de mí reinaron en Jerusalén; entregado por completo a profundizar en la sabiduría y el conocimiento, y también en la estupidez y la necedad, tan sólo para darme cuenta de que también esto es querer atrapar el viento.» 18En realidad, a mayor sabiduría, mayores molestias; cuanto más se sabe, más se sufre.

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Dios Habla Hoy (DHH)

Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

Nueva Versión Internacional (NVI)

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Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.org, unitedbiblesocieties.org, vivelabiblia.com, unitedbiblesocieties.org/es/casa/, www.rvr60.bible

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Author: Maia Crooks Jr

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Name: Maia Crooks Jr

Birthday: 1997-09-21

Address: 93119 Joseph Street, Peggyfurt, NC 11582

Phone: +2983088926881

Job: Principal Design Liaison

Hobby: Web surfing, Skiing, role-playing games, Sketching, Polo, Sewing, Genealogy

Introduction: My name is Maia Crooks Jr, I am a homely, joyous, shiny, successful, hilarious, thoughtful, joyous person who loves writing and wants to share my knowledge and understanding with you.